6 Febrero 2023, 19:36
Actualizado 6 Febrero 2023, 19:36

Cada vez son más los grandes inversores que miran al campo como un activo frente a la inflación. Algo que ya ocurrió en las décadas de los años 70 y 80 del siglo pasado y que recordaba en Canal Extremadura Radio el máximo responsable y fundador de Cocampo, una plataforma especializada en la venta y arrendamiento de fincas rústicas. 

Dice Regino Coca que, puestos a invertir, nuestra comunidad es una magnífica opción: "históricamente los precios de la tierra en Extremadura han sido bajos comparados con otras comunidades autónomas. Eso hace que, ahora mismo, sea un campo especialmente atractivo para la inversión. En concreto, las vegas de los ríos y las tierras de regadío extremeñas son ahora mismo de las más atractivas para la inversión por parte de empresas, fondos y familias". Y entre los cultivos más interesantes: almendro, olivo y pistacho.

Pero la realidad del agro es una paradoja. Por un lado, grandes inversores y familias que compran fincas porque el campo es rentable. Por otro, el día a día de los pequeños agricultores, porque para ellos: "es un momento durísimo, los costes de producción están disparados, la energía está disparada, los precios no son los mejores a la hora de vender y están sufriendo. A eso se une que tenemos una estructura de propiedad envejecida". 

Hacen falta, dice Regino Coca, nuevos enfoques, nuevas ideas para gestionar el campo. Las cooperativas son fundamentales, porque pueden ofrecer tecnología a los pequeños propietarios para que puedan seguir siéndolo y consigan beneficiarse de las nuevas técnicas. 

En cuanto al relevo generacional, el 31 % de los propietarios de fincas rústicas son mayores de 65 años: "En los próximos años tiene que haber alguien que trabaje el campo y tenemos que medir hasta qué punto vamos a poder elegir quiénes van a estar trabajándolo o si el problema, el reto, es conseguir que alguien lo trabaje". 

Sólo durante el año pasado se firmaron 158.000 transacciones de fincas rústicas en España. 

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