Manola Durán tiene 80 años y lleva media vida siendo voluntaria de la organización apostólica La Legión de María. Una labor que inició en la parroquia de San Juan de Ribera en Badajoz. A partir de ahí, compaginó su trabajo en el hospital con sus visitas periódicas al Centro Penitenciario de Badajoz dónde ella y sus compañeras del grupo Madre consiguieron entrar por primera vez en el módulo de hombres. Durante años fue el enlace de muchos presos con sus madres en el exterior y ha sido testigo de cómo la falta de oportunidades y una familia desestructurada pueden marcar la vida de una persona. Aún continúa acudiendo cada semana allí y a la residencia Domus VI además de acompañar a las personas que lo necesiten. Un trabajo de amor, fe y entrega que recomienda a los demás y que seguirá haciendo mientras pueda.
