María José Álvarez Muñoz llegó con apenas 20 años y su hija recién nacida a la Casa Cuna y a los hogares provinciales Hernán Cortés de Badajoz. Fue madre soltera y vivió durante un tiempo en el pabellón de las niñas donde fue como una madre para ellas. Consiguió aprobar unas oposiciones de la Diputación y tuvo que dejar a su hija allí, pero siempre pedía el turno de tarde para darle un beso antes de acostarse. Después, se la llevó a su casa y volvió a ser madre. Ahora ha finalizado su etapa laboral en la Residencia Universitaria Hernán Cortés, el mismo lugar en el que fue testigo de historias muy duras de niños huérfanos pero también de otros finales más dulces, cuando eran adoptados, porque aunque costaba despedirse de los pequeños, sabía que estas familias eran una oportunidad para ellos.
