El intenso calor de este pasado verano, la falta de lluvias y el alza de los costes de producción nos dejan una temporada vitivinícola muy complicada. La adversa climatología obliga a los enólogos a esmerarse en las bodegas para conseguir este año vinos que sean equilibrados. Cada parcela ha dado como resultado unas uvas con características muy distintas, dificultando aún más el resultado final.
Unos factores que preocupan mucho a los bodegueros de cara a la posterior comercialización de sus tintos y blancos en los mercados. La energía y otros insumos han subido y este encarecimiento no pueden trasladarlo de forma íntegra al precio de sus botellas pues alejaría a muchos consumidores de los estantes. Y todo ello a pocas semanas de una campaña navideña inmersa en una gran incertidumbre.
