Sesenta años después de que Laika abriera el camino hacia las estrellas, la conquista del espacio sigue siendo la aventura más audaz de nuestra especie.
Pero lejos de la retórica oficial, ¿qué hay detrás de los cascos y los trajes espaciales? ¿Cómo son realmente los hombres y mujeres que han convertido la exploración espacial en biografía personal?
Enrique José Díaz León ofrece en El astronauta que pintó el espacio y otras historias de los cosmonautas (Guadalmazán, 2025) un muestrario de humanidades espaciales donde los héroes también revelan sus fragilidades: Valentina Tereshkova, que tuvo que convencer a los técnicos de vuelo de que había un error mortal en sus cálculos mientras orbitaba sola en el espacio; Chris Hadfield, que venció su miedo patológico a la oscuridad para comandar la Estación Espacial Internacional; o Miguel
López-Alegría, que ha regresado al cosmos a los 65 años demostrando que los sueños no prescriben.
