Lo que la iglesia de Berzocana esconde: los restos óseos de dos santos
Viernes, 30 Abril 2021

Situada junto a la capilla mayor, en el lado del evangelio, está la Capilla de los Santos, que guarda los restos de San Fulgencio y Santa Florentina.
Según cuenta la tradición, el 26 de octubre de 1223, un labrador que estaba arando quedó sorprendido al ver como el arado tropezaba en algo consistente, que resultó ser la tapa del sarcófago que contenía los restos de San Fulgencio y de Santa Florentina, hermanos de San Leandro y San Isidoro. Según los documentos que acompañaban a las reliquias y que fueron incorporados a la Crónica de Alfonso XI.
Al parecer, cuando se produjo la invasión musulmana, los clérigos de Sevilla, en cuya ciudad e iglesia de San Juan de la Palma, se hallaban enterrados dichos Santos visigodos, que habían vivido entre los siglos VI y VII, decidieron evitar la profanación de sus cuerpos y, junto con la imagen de la Virgen de Guadalupe, que presidía el panteón, iniciaron la huida hacia el norte, muy posiblemente siguiendo la Vía de la Plata, pasando por Mérida y, cuando vino a poder de los moros la capital de Lusitania, cuenta Domingo Sánchez Loro, en el estudio preliminar del "Libro de la Vida y Milagros de los Padres Emeritenses", por Paulo Diácono, que, obispos, clérigos y cristianos, huyeron a refugiarse en los montes de Extremadura; unos en la Vera, otros en las Villuercas… Grandes tesoros y muchas reliquias desaparecieron; unos robados o destruidos, otros puestos a recaudo, para evitar la profanación, olvidándose con el tiempo su paradero".
Es de suponer que una de estas expediciones, conociendo la existencia de población cristiana en Berzocana, se dirigiera allí buscando el amparo de los lugareños y de sus intrincadas sierras, para depositar y dar culto a los cuerpos de los Santos, hasta que la cercanía de huestes árabes, les obligara a enterrarlos. Desde su invención, tras ser designados Patronos de la Diócesis de Plasencia, las Sagradas Reliquias han sido objeto de ferviente veneración, convirtiendo a la villa en centro de religiosidad y peregrinaje.