Estas tres personas son sinónimos del fútbol que se vive con más pasión. Alfredo Plá se adentra en el mundo del fútbol desde muy pequeño. Sus inicios se dieron en la categoría de juveniles del Imperio. Jugó dos años en el Mérida. Después de hacer la mili, estuvo varios años en el Cacereño y en el Montijo. En su época del Mérida y el Cacereño jugaba de manera profesional y podía mantenerse económicamente con esta actividad. Paco Ortega también jugaba desde pequeño con sus hermanos en el campo con un balón desinflado. No le gustaba estudiar y decidió dedicarse profesionalmente a este deporte. Inició su andadura futbolística en el Badajoz. Estuvo en otros equipos como el Mérida y el Cacereño. Después, pasó 11 años en el Jerez y se retiró a los 37 años. Por último, José Antonio Vázquez jugó en el antiguo Jerez hasta que a los 28 años sufrió una lesión de rodillas y tuvo que retirarse del fútbol, pero no se desvinculó del todo. Inició su carrera como entrenador.

Erika Leiva descubrió el cante en casa porque su padre era también un aficionado a él, sobre todo en el ámbito de las celebraciones, en reuniones con amigos y familiares. En su casa se escuchaba mucho flamenco y mucha copla; su madre era una verdadera apasionada del género. Respecto al baile, su hermana mayor fue su gran referente: “quería ser como ella”. En las clases de baile, su maestro también era un aficionado a la copla, así que, al terminar las clases de baile, le ponía a las alumnas a las grandes del momento: Marifé de Triana, la Pantoja, Juana Reina, Rocío Jurado… Entre sus aficiones, le gusta el deporte, la lectura, la moda, es bastante devota del camino del Rocío, y está muy implicada en sus redes sociales para estar en contacto con sus seguidores. Tiene como deseos, cruzar el charco con su música. Le gustaría cantar en el Teatro Real de Madrid. Le gusta viajar, tanto con su música como por placer.