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Con Noelia López Boluda.

Esta villa abandonada vivió su esplendor en la Edad Media. Custodiada por un imponente castillo, estuvo ligada a las coronas de Castilla y Aragón, y la casa de Alba. Hoy sigue viva gracias a su potencial turístico, no por sus habitantes, puesto que fueron desalojados con la construcción del embalse de Gabriel y Galán. En 1955 se aprueba por Real Decreto la expropiación de Granadilla, aún con dudas y sin aclarar si fue realmente porque quedaría inundado el pueblo por las aguas del embalse o como indemnización a los dueños de las tierras expropiadas que quedaban bajo el agua. Hoy es propiedad de Confederación Hidrográfica del Tajo.

El último vecino salió en 1968, que era la persona que Confederación contrató para trasladar al personal en barcaza, desde la orilla de Granadilla a la zona de Mohedas de Granadilla con Las Hurdes o Sierra de Gata.

En 1980 fue declarada Conjunto Histórico Artístico y 4 años más tarde se incluye en el programa de Recuperación de Pueblos Abandonados.

En esta empresa familiar continúan con el legado familiar, "Yo cojo las aceitunas del mismo olivo que mi abuelo y para mi es muy importante mantener esas raíces hasta que alguien siga con ellas" Además de ser productores de aceite, en Oleosetín han creado un proyecto de oleoturismo para hacer sentir al visitante que es almazarero por un día trabajando y conociendo todo el proceso desde la recogida de la aceituna hasta sacar su zumo, tanto con procesos tradicionales como con los más modernos. Además cuentan con una pequeña almazara portátil que recorre ferias y centros escolares con fines didácticos.

Una empresa familiar que pone en valor las tradiciones apostando por la manzanilla cacereña para elaborar su propio AOVE y ofreciendo múltiples experiencias en torno a este producto a todo el que se acercan a sus instalaciones.