El broche de oro de la Semana Santa emeritense, declarada Fiesta de Interés Turístico Internacional, lo ponía su Vía Crucis, este año por la Paz centrado en las familias en zonas de conflicto como ha pedido el Papa Francisco. Su Anfiteatro recibía al Cristo de la O con 102 velas en forma de cruz que se encendieron por primera vez en 2004 con motivo del 11M. Desde entonces homenajean a todas las víctimas de conflictos bélicos en el mundo.

El Vía Crucis de la Semana Santa emeritense arranca con la salida del Cristo de la O de la Concatedral de Santa María en plena Plaza de España, una procesión en silencio, rota por el redoble de tambores sordos.

Las imágenes del Cristo del Perdón y la Virgen de la Soledad recorren las calles de Trujillo en la madrugada del Viernes al Sábado Santo. Solo el tambor con ritmo acompasado se hace eco ante la oscuridad mientras avanzan sigilosos los penitentes. La tenue luz de los velones ilumina el recorrido de la Virgen de la Soledad hacia su encuentro con el Cristo del Perdón en la Plaza Mayor, donde continúa hacia la Iglesia de San Francisco, mientras en la oscuridad desaparece esta imagen en su regreso ante la iglesia.

Las trabajaderas se quedan marcadas en las espaldas de los costaleros como es el caso de este segedano. "Heridas de guerra" provocadas por el Santo Entierro de Zafra que ha procesionado en una noche muy emotiva.

Con casi 2.000 hermanos y 600 nazarenos, Nuestra Señora de la Soledad ha procesionado por las calles de su ciudad. La patrona recorre el casco histórico de luto religioso, sin corona y sin joyas, únicamente porta en sus benditas manos un rosario y un pañuelo blanco.

La virgen de la Soledad era la encargada de cerrar la Magna de Trujillo y en su paso por la Plaza Mayor, coincidía con la imagen de San Juan de la Ilustrísima Cofradía del Santísimo Cristo Cautivo y su Amado Discípulo San Juan. Imágenes llenas de luces y sombras ante un público expectante.