El Museo Etnográfico González Santana de Olivenza dedica su “pieza del mes” de noviembre de 2025 a un objeto tan cotidiano como entrañable: la mesa camilla. Un sentido homenaje a uno de los símbolos más reconocibles del invierno en los hogares extremeños y del sur de España, donde durante décadas ha sido mucho más que un simple mueble.
En esta ocasión, el museo oliventino expone una mesa camilla tradicional, circular, con su característica falda y el brasero que se ocultaba bajo ella —de picón primero y eléctrico después—, convirtiéndola en refugio contra el frío y punto de encuentro familiar. La pieza fue donada al museo por María Teresa Plaza Núñez en 2024 y representa una estampa que aún hoy muchos recuerdan con cariño y otros se resisten a dejar en el olvido.
Más allá de su función práctica, la mesa camilla fue durante generaciones el epicentro de la vida doméstica, lugar de encuentro, reencuentros y conversaciones eternas. En torno a ella se comía, se cosía, se estudiaba o se compartían tertulias interminables al calor del brasero. Era el lugar donde se escuchaba la radio, se charlaba con los vecinos o se tejían las historias familiares. En muchos hogares rurales, era también el rincón donde se secaban las prendas de diario, ayudadas por la alambrera o una cuerda tendida alrededor. Más que un mueble, fue una forma de abrigo familiar. Un espacio de convivencia donde el calor físico y el humano se entrelazaban.
Hoy, en tiempos de calefacciones modernas y ritmos acelerados, la mesa camilla nos recuerda el valor de las pequeñas cosas: el calor compartido, la conversación tranquila y la vida en común alrededor de un fuego que, sencilla y acogedoramente, unía a todos.