En el corazón de Alburquerque, se alza el imponente Castillo de Luna, una de las fortalezas medievales más importantes de Extremadura y un símbolo de la historia y la leyenda de la región. Construido entre los siglos XIII y XV, la fortaleza tuvo un papel estratégico en la frontera entre Castilla y Portugal. Propiedad de la familia Luna, su control fue clave durante siglos, y su estructura refleja la combinación de la arquitectura cristiana e islámica propia de la época.
Entre los elementos más notables del castillo destacan:
- Torre del Homenaje: la construcción más alta y emblemática, que permitía vigilar toda la villa y los alrededores. Servía además como último refugio defensivo.
- El Arco de Entrada: una obra defensiva y estética que controlaba el acceso al castillo y reforzaba su seguridad.
- Placa en piedra portuguesa: un vestigio histórico que refleja la relación cultural y territorial con Portugal, reforzando la importancia del castillo como enclave fronterizo.
Pero más allá de la piedra y la historia, el Castillo de Luna es protagonista de una de las leyendas más fascinantes de Extremadura: la del águila blanca, símbolo del espíritu de Don Álvaro de Luna. Cuenta la tradición que, tras no poder disfrutar de las vistas desde la Torre del Homenaje y tras su caída en desgracia, su alma se transformó en esta ave que aún puede verse sobrevolando el castillo.
Hoy, el Castillo de Luna sigue siendo un referente del patrimonio histórico de Extremadura. Su arquitectura, sus murallas y sus leyendas atraen a visitantes interesados en la historia, la cultura y el misterio que rodea a este antiguo enclave fronterizo. Más que un monumento, es un testimonio vivo de la historia y la tradición que sigue fascinando a quienes recorren sus muros y escuchan las historias que se entrelazan con cada piedra.