Beatriz tiene un negocio de micropigmentación, una técnica pensada para disimular la calvicie y otras consecuencias de la alopecia. Tanto hombres como mujeres apuestan por el negocio de Beatriz, situado en Mérida. La micropigmentación capilar no es permanente, pero sí es de alta duración (mínimo, dos años). Acompañamos a Beatriz y su cliente en una sesión de micropigmentación para conocer el proceso, sus beneficios y algunas curiosidades.

Piedad es una amante de los animales. Minerva es una yegua angloárabe de raid, un deporte a caballo por el campo. Es tercera en España en su categoría. Piedad tenía la ilusión de cubrirla con otro caballo. Para ello, decidió dejarla en una finca especializada, pero pidió su devolución de inmediato. Minerva estaba completamente dejada y desnutrida; no le quedó más remedio que abortar. La buena noticia es que Minerva se ha recuperado gracias a la insistencia de Piedad y sus cuidados: ¡ha pasado de pesar 175 kg a 380 después de su recuperación! ¡Bravo por Piedad! 

Juan Luis tiene 6 cerdos de la raza petrel, caracterizados por sus manchas negras (a veces rojas) en el cuerpo, muy parecidos a los dálmatas. Juan Luis reconoce que prefiere este tipo de cerdos porque son más productivos y menos grasos que otros. Además, son guarros de matanza. Por todas sus particularidades, a Juan Luis le entretiene la cría de estos animales: una raza belga de cerdo doméstico, conocida desde 1920.

Esta empresa cordobesa se dedica al marcaje de nitrógeno a nivel nacional. Para enseñarnos la técnica, nos acompañan Eduardo y Baztán de Zafra, una preciosa potra de Valdesalor. El nitrógeno líquido deja una marca de color blanca sobre el cuerpo del caballo, despigmenta la zona donde se aplica y favorece la crecida del pelo sin color, evitando que la marca se borre o desaparezca. La marca por congelación destruye las células de la piel de manera selectiva y no daña los folículos pilosos; es un marcaje limpio y poco doloroso. 

Manuel Mendoza, de 52 años, se dedica desde hace más de dos décadas a la tanatopraxia. El padre de este castuerano era carpintero, y se encargaba de elaborar los ataúdes de las personas fallecidas. Manuel lo acompañaba a la carpintería durante los veranos, y aprovechaba para subir hasta el desván para curiosear entre los féretros vacíos. Manuel comprendió que la muerte era parte de nuestra naturaleza, la normalizó y convivió con ella durante años en su casa. Aunque estuvo un tiempo alejado de este mundo, en el año 2000 lo contrataron en una funeraria de Castuera. Desde entonces, ha trabajado de manera ininterrumpida en este sector, y calcula que hace unos 200 servicios al año, en horarios rotativos durante todos los días del año. Para preparar el maquillaje post mortem, los tanatoestéticos suelen llevar maletines, con los utensilios necesarios para tratar a los fallecidos. Reconoce que es un trabajo duro, pero siempre procura pensar en su objetivo: hacer más liviano el proceso a sus familiares.