Siete grandes tapices tejidos en Flandes, en lana y seda, a mediados del siglo XVI, se exhiben en la sala capitular de la Catedral de Badajoz. Aunque sus colores han perdido el esplendor original, siguen resultando asombrosos.
Por un lado, sus diseños enlazan la tradición medieval de los bestiarios con las ilustraciones de la nueva ciencia zoológica y botánica. Por otro, reflejan la apoteosis renacentista mediante la exaltación de una naturaleza idealizada, donde la arquitectura florece entre jardines.
Finalmente, expresan las doctrinas humanistas de su tiempo, enmarcadas en el contexto político y religioso dominado por la Casa de Habsburgo y por las poderosas mujeres que gobernaron Flandes mientras la Reforma protestante sacudía los cimientos de la fe. Una de las grandes obras del patrimonio extremeño aún por descubrir en toda su magnitud.