¿Quién no ha escuchado alguna vez eso de que “en tiempo de graná…la gallina no pone ná”? Picotín, un señor de Hornachos nos lo desmiente. Con ese nombre le conoce todo el mundo en su pueblo, donde vive con su mujer Joaquina. Y detrás de la Ermita tienen sus granadas y sus gallinas, así que con la broma del dicho y que Picotín tiene ambas cosas, conocemos su historia, sus gallinas, las frutas que cultiva... ¡y hasta agua milagrosa! Él dice que la mujer que la beba puede quedarse embarazada...

¡Los primeros copos del año se dejan ver en Orellana la Vieja! ¿Quién dijo que en esta localidad no nieva? Lo hace aunque con algo de trampa... José María ha instalado en su negocio una máquina de nieve artificial con la que los niños del pueblo (y los que no son tan niños) están encantados.  

Javier y Victoria son los encargados de llevar una guardería de caballos en Malpartida de Plasencia. Cada día los cuidan con mucho cariño, pero también los curan si acuden con alguna complicación. Tienen sobre unos 35 caballos y los cuidan diariamente. Conocemos cuáles son esos cuidados, su peinado y cómo enseñan también a montar a caballo a niños y los doman para que sus dueños los tengan en condiciones óptimas cuando quieran montarlos.

Los animales de Alberto son su gran disfrute. En su finca de Valencia de Alcántara, los cría para las monterías. De hecho, se ha hecho viral hace poco en redes sociales por un vídeo que sale con uno de sus amigos de cuatro patas atravesando un río que habría crecido con las lluvias. A Alberto le gustan mucho los animales y se ha dedicado a criar un ser vivo que no tiene casi nadie en Extremadura. ¿Sabes quién es la estrella de la casa? ¡Su nombre es Margarita!

El Taraballo es una figura típica de la Fiesta de San Sebastián en Navaconcejo el 20 de enero, encarnado por José Felipe Alonso que lleva siendo Taraballo “treinta tantos años”, como él dice. Es una fiesta muy poco conocida de la Alta Extremadura y lleva unos cuarenta años cuando fue recuperada por un grupo de amigos de esta población jerteña. Antiguamente, los chavales arrojaban naranjas a Joselín mientras este los perseguía con su zamarra de esparto. La fiesta ha ido cambiando un poco y ahora ya no se lanzan naranjas porque está prohibido, para evitar lesiones.

Nace de la profunda inquietud de cinco amigos y músicos extremeños por conservar y dar a conocer su folclore más ancestral, renovando en este proceso las distintas formas musicales que han llegado hasta nuestros días: tonadas de flauta y tamboril, cantos de festividades y tradiciones... Las actuaciones se basan en un repertorio de temas tradicionales extremeños, donde intentan abarcar el máximo de “palos” o estilos (jotas, picaos, romances, pindongos, pasacalles, etc) y algunos temas populares del folk nacional, conocidos por todo el público (“Ésta noche ha llovido”, “Ya se van los pastores”...) e incluso, mezclando algunos puramente extremeños con otros de nuestros vecinos portugueses. Un concierto didáctico y divertido. Un espectáculo que nos traslada a nuestro pasado.

Blanca y Felipe son un matrimonio franco-español unido por la música. Se conocieron en 1986 en la Academia Internacional Maurice Ravel de París, en la sede de San Juan de Luz, durante un curso de 10 días al que asistieron artistas de varios países y diferentes categorías –violín, flauta, canto…–. Blanca –su verdadero nombre es Montesclaros– fue la laureada entre los participantes en la disciplina de canto. Año y medio después, natural de San Sebastián, decide trasladarse a la Provenza francesa para vivir con Felipe. Allí se dedican profesionalmente a la ópera: Blanca se centró en la docencia e impartió clases de canto; Felipe recorrió los teatros de Francia, Italia y Alemania con su ópera. En 2006, el matrimonio descubre Extremadura, concretamente la Sierra de Gata: “nos gustó tanto la zona que decidimos comprarnos unos terrenos y hacer una casa”. En 2017 deciden trasladarse a Hoyos: “Aún nos quedaban unos años para jubilarnos. Vendimos todo lo que teníamos en Francia y compramos una casa en Acebo –un pueblo próximo a Hoyos– de unos 300 metros cuadrados, que habilitamos como casa rural”.