18 Abril 2023, 15:28
Actualizado 18 Abril 2023, 18:55

Tras 26 siglos bajo tierra, los arqueólogos han encontrado cinco cabezas: dos de ellas de mujer, otra de un guerrero y otras dos que están por identificar. Son del siglo V antes de Cristo y de extraordinaria belleza.  Probablemente las esculpiera un artista oriental siguiendo el ideal del canon griego, pero su valor no es incalculable solo por eso, sino porque son únicas en el mundo. Y porque revolucionan el estudio sobre Tarteso y cambian la historia del arte antiguo. Es decir, porque son cinco caras que cambian la historia.

Nunca antes habían aparecido, en ningún sitio, piezas que nos dijeran qué cara tenían, qué facciones presentaban los miembros de esa civilización prerromana. Pero tampoco sabíamos que esta civilización esculpiese a sus dioses: siempre se había pensado que era una civilzación anicónica, es decir, que no representaba a sus divinidades a través del arte: "Pero no, nos  hemos encontrado que, un poco antes de la Dama de Elche, ya se hacían este tipo de esculturas", ha explicado Sebastián Celestino, codirector del yacimiento, ante los medios de comunicación, en la multitudinaria rueda de prensa hoy, al pie del sitio arqueológico.

En cuanto a los bustos, con nariz finísima y labios perfiladísimos, enjoyados con pendientes y diademas y probablemente coronados (aunque las coronas no se han encontrado), permiten ir más allá de la imaginación de las caras de los habitantes de aquella civilización: "es la primera vez que le ponemos un rostro a Tarteso, pero lo más interesante es que sabemos cómo portaban sus joyas. Como estas arracadas o la diadema, que apareció en el Tesoro de Aliseda: ahora sabemos cómo las llevaban", ha detallado Esther Rodríguez, codirecotra de la excavación del Turuñuelo. Ahora sabemos, por ejemplo, que lo que en principio se creyó un collar, se portaba en la cabeza. Y que las cadenas de los pendientes aparecidos en Aliseda o Cancho Roano ayudaban a sujetar su peso en la oreja de las mujeres.

En cuanto a la cara que representa al guerrero, se aprecia el arranque del casco y un tirabuzón, típico de los infantes, lo que según Esther Rodríguez, nos habla "de un posible rito de paso, de un joven que pasa de niño a soldado". Aún es muy pronto para saber si, juntas, las cinco cabezas explican algún ritual o alguna escena mitológica griega. Lo que sí podemos saber ya es que estaban pintadas: "están recién sacadas del horno, no se han hecho analíticas pero sí hay restos de color rojo", ha ampliado Sebastián Celestino.

Junto a los cinco rostros esculpidos, han aparecido también, entre otros, una nueva habitación, una nueva puerta, madera y esteras con restos vegetales.  Pero las caras son, sin duda, la revolución del yacimiento. "Es la noticia más importante del año", ha dicho la delegada del CSIC para Andalucía y Extremadura, Margarita Paneque. "El Turuñuelo es una referencia para la arqueología de todo el Mediterráneo", ha venido a reconfirmar Pedro Mateos, director del Instituto de Arqueología de Mérida, perteneciente también al CSIC que es quien, en colaboración con la Junta de Extremadura, excava este yacimiento.

No se descarta que aparezcan los cuerpos de estos altorrelieves y que midieran más de un metro, pero de momento, los arqueólogos se centran solo en saber más sobre esas cabezas. A una ya le han puesto nombre: "Moreneta", porque sufrió las llamas del incendio que los habitantes del edificio provocaron cuando lo sellaron y se marcharon.

El análisis de la piedra, que arranca este mismo miércoles, nos dirá si los materiales de los bustos son de una cantera local o importada.  En cuanto se estudien y se laven en Madrid, viajarán al Museo Arqueológico de Badajoz. Tendremos la suerte de atesorar unos rostros que dan un giro de guion a lo que se sabía sobre esta cultura prerromana: una civilización que habitó sobre sobre todo en Huelva, pero también en Cádiz o Sevilla y que sin duda, se asentó en Extremadura. "Esta es una evidencia más de que Tarteso llegó al valle medio del Guadiana", afirma la arqueóloga Esther Rodríguez. Es una prueba más de que la que fue considera la primera civilización occidental por los griegos, se asentó en Extremadura. Y una confirmación de que El Turuñuelo será vital para seguir conociendo los detalles de una misteriosísima civilización de la que queda casi todo por averiguar.

 

 

 

 

 

 

 

 


 

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