Chico tiene 49 años y es central en el Campillo. A su lado juega César, lateral derecho de 21 años. Ambos se entienden bien sobre el terreno de juego porque fuera de él tienen una relación muy estrecha: son padre e hijo.
"Me estoy divirtiendo con él"
"Me estoy divirtiendo con él", asegura Chico. "A ver si podemos jugar los dos juntos y subir al equipo de mi pueblo, sería lo más bonito", matiza César.

Una historia poco común en nuestro fútbol que ocurre en Segunda Extremeña. Eso sí, tiene una explicación muy simple: la pasión que ambos sienten por el balón, como nos cuenta con humor Isabel María, mujer de Chico y madre de César: "Todo el día fútbol. Cuando viene del entrenamiento... como pierdan, no se habla nadie esa noche en casa."
"Le encanta que su hijo juegue con él"
Sobre la motivación que mantiene a Chico en activo, lo tiene claro el presidente del club, Antonio María Sánchez, "Yo creo que el principal sustento que tiene Chico por el fútbol, además de que le encanta, es que su hijo juegue con él."

"Siempre tenía una pelota en casa"
Esa pasión le viene a César desde que era muy pequeño: "Siempre tenía una pelota en casa y siempre iba a verlo a todos los partidos. Ha jugado en muchos equipos."
César comenzó en las categorías inferiores, en alevín, en el Castuera; después pasó por Monterrubio, más tarde por el Malpartida y este año juega en el Campillo, asegura su padre.
El sueño de ambos, ascender con el Campillo
Ahora puede aprender de los consejos de su padre sobre el terreno de juego. Los dos son de Campillo y defienden los colores del club de su localidad. Para César, su padre es mejor que él, mientras que Chico opina lo contrario. Pero una cosa está clara: los dos disfrutan juntos y comparten el sueño de lograr ascender con el Campillo.