5 Diciembre 2025, 10:34
Actualizado 5 Diciembre 2025, 10:34

Sin un suelo próspero no será posible restablecer la vida después de un gran incendio. Por eso, una vez sofocado el fuego, es crucial ocuparse del terreno. Aunque la erosión es inevitable, el objetivo es reducirla al mínimo. José Antonio Bayón, director general de Gestión Forestal, explica los pasos clave para lograrlo.

El primer paso es el subsolado. "Consiste, mediante un tractor de cadenas, en hacer una línea de ‘ripper’ en línea de nivel, que lo que hace es retener la ceniza y los posibles arrastres de erosión."

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Después, Bayón señala la importancia del helimulching, especialmente en las laderas: "Se arroja paja con un helicóptero. Podría hacerse a mano, pero con la pendiente que hay en determinadas zonas debe hacerse con un helicóptero. Lo que hace es mullir el suelo, reducir la velocidad de traslado del agua dentro de la ladera y, además, retener cenizas."

Con la llegada del otoño y las primeras lluvias, el siguiente paso es construir barreras para frenar el agua y los sedimentos: "Hacemos este tipo de estructura perpendicular a los cauces. Se llaman albarradas y se hacen con los fustes de los pinos que apeamos, de la madera que hay que sacar para evitar el riesgo de plagas."

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Además, con los restos de las copas de estos pinos se levantan fajinas, líneas vegetales que ayudan a retener el suelo. Y en cauces más amplios, la Confederación Hidrográfica instala diques para contener los arrastres.

Son medidas puntuales que ayudan, aunque será el tiempo el que forme un nuevo suelo. Para hacerse una idea: cada centímetro de capa fértil tarda 500 años en desarrollarse.

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