Miguel Ángel Gallardo, secretario general del PSOE en Extremadura
La imagen de unidad fue el primer objetivo de Miguel Ángel Gallardo tras las primeras primarias frente a Lara Garlito. Ahora, el líder socialista protagoniza una crisis sin precedentes para el PSOE extremeño. En aquel momento, Gallardo prometía dejar los bandos y abrazar un mismo proyecto, un mensaje que se escenificó en el Congreso extraordinario donde fue ratificado como secretario general, tomando el relevo de Guillermo Fernández Vara, y donde estuvo arropado por Pedro Sánchez.
Convencido de la fortaleza de su proyecto, Gallardo afrontó meses después un golpe inesperado: el caso Azagra. Un juzgado de Badajoz abrió diligencias para investigar presuntas irregularidades en la contratación de David Sánchez, hermano del presidente del Gobierno, en la Diputación de Badajoz, presidida entonces por Miguel Ángel Gallardo. Ambos declararon en los juzgados apenas dos días antes de que el líder socialista se midiera en unas segundas primarias frente a Esther Gutiérrez, y volvió a ganar con más apoyo que en la primera ocasión.
Pero la sombra judicial no se disipó. En mayo, la jueza consideró suficientes indicios para sentar a Sánchez y a Gallardo en el banquillo, decretando la apertura de juicio oral. Un día antes, Gallardo recogía su acta de diputado en la Asamblea de Extremadura, obteniendo la condición de aforado, lo que generó críticas internas.
En medio de esta tormenta, María Guardiola anunció un adelanto electoral. Dos días después, el PSOE ratificó a Gallardo como candidato en un comité regional marcado por la falta de consenso. Así llegó a las elecciones, debilitado y sin unidad interna, cosechando el peor resultado histórico del PSOE en Extremadura.