Tras semanas de incertidumbre, Pavlo y su familia de acogida ya disfrutan de la tranquilidad en su hogar en Plasencia. Anteriormente, la última vez que se vieron fue en Navidades. Desde el estallido de la guerra, el objetivo diario ha sido que el pequeño regresara a España.
Pavlo no ha llegado solo a nuestra región. Junto a él, le han acompañado su madre y sus tres hermanos. Ahora, el pequeño vuelve a sonreír, alejado de la amenaza de las bombas y rodeado de los suyos.
De momento no hay fecha para su retorno. En Plasencia, gracias a la solidaridad de su familia extremeña, han creado una bonita unión.