7 Noviembre 2022, 20:55
Actualizado 7 Noviembre 2022, 20:55

Nuevo intento de las Naciones Unidas para frenar y mitigar los efectos del cambio climático, esta vez en Sharm el Sheikh (Egipto) entre el 6 y el 18 de noviembre bajo el lema “Juntos para la implementación”.

Es la vigésima vez que se reúne la Conferencia de las Partes (de ahí el acrónimo de COP) y lo hace cada año bajo el auspicio de las Naciones Unidas. Algunas veces se termina con tratados, acuerdos y compromisos relevantes, en función de las ganas que tienen los países desarrollados o los que están en vías de desarrollo de mirar por el bien común.

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Quizás te suenen el Protocolo de Kioto, la Cumbre de Río de Janeiro o el Acuerdo de París. Fueron cumbres más o menos exitosas y son ejemplos de esa predisposición internacional al entendimiento y la cordura.  

El año pasado se celebró en Glasgow y en ella los científicos intentaron que los mandatarios tomasen conciencia de que nos estamos enfrentando a unas décadas en las que los fenómenos meteorológicos violentos serán más intensos y más frecuentes.  

Este año se retomarán las conclusiones del Acuerdo del París de 2015. En él las 197 naciones se “comprometieron” a reducir las emisiones de gases de efecto invernadero para evitar a toda costa que la temperatura mundial subiese 1,5ºC. Se comprometieron, pero algunas de ellas fueron con la boca pequeña, todo hay que decirlo. De hecho, la Cumbre de Madrid de 2019 fue un tanto insípida en cuanto a las ambiciones finales que se adoptaron.  

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La última COP certificó que nos encontramos ante una década crítica en la que es imprescindible una mayor acción, así como el cumplimiento de los compromisos alcanzados. Por ello, la actual COP27, que se celebra del 6 al 18 de noviembre, puede suponer un punto de inflexión en el enfoque de la agenda climática internacional. Bajo el lema “Juntos para la Implementación”, la cumbre será la “COP de la acción” y también “la COP africana”. Un cambio de estrategia para ver si así hay más suerte.  

Los objetivos vuelven a ser los mismos de siempre: introducir de manera más efectiva el consumo de energía renovables y dar carpetazo al aprovechamiento de recursos fósiles; además de implementar medidas de adaptación y de mitigación ante fenómenos adversos y encontrar una mejor financiación para la vía climática en los países en vías de desarrollo.  

Pendientes estamos, pues, de lo que digan y hagan China, Estados Unidos e India, entre otros, ya que son los más contaminantes. Si ellos no se mojan (sobre todo China que dobla las emisiones estadounidenses) de poco sirve que el resto se comprometan.  

 

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