27 Julio 2022, 15:53
Actualizado 27 Julio 2022, 15:53

La soledad de Ariadna, abandonada por su amor, Teseo, en una isla, podría ser el final de la historia. pero aquí es el principio. Porque esta Ariadna, esta tejedora de sueños de libertad... es una luchadora. 

Desafía el mundo del patriarcado, de la fuerza, del poder. Lo simboliza el sombrero y las líneas rectas.... Esas líneas que Ariadna va rompiendo para crear su propio espacio de luz, de flores, de alegría y de tejer y volver a tejer un plan para crear su futuro, el que ella quiere. 

En ese caminar, conoce el amor de Teseo, cuando llega a la isla de Creta para derrotar al minotauro del laberinto. Pero el laberinto no es solo un lugar físico, son los miedos: a lo desconocido, a las emociones, a la verdad de cada uno.

La historia de esta Ariadna no tiene un solo final, ni una sola moraleja, la puede elegir cada uno. Por eso, la soledad aquí no es abandono, es llegar al interior del personaje, reconocer sus emociones y la valentía de ser quien quiere ser.

Así que si podemos elegir, nos quedamos con la Ariadna convertida en estrellas. 

Es la que ha transmitido la compañía de Rafaela Carrasco, que ha cautivado la público con su fuerza, sencillez y elegancia. Una obra que cuenta con la dramaturgia de Álvaro Tato, la voz en off del actor Carmelo Gómez y la composición musical de Antonio Campos y Jesús Torres. Acompañan al cante Antonio Campos y Miguel Ortega y a la guitarra Jesús Torres y Salvador Gutiérrez. Al baile Rafaela Carrasco, Rafael Ramírez, Gabriel Matías, Ricardo Moro y Felipe Clivio. 

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El flamenco al servicio del mito de Ariadna
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`Ariadna, el hilo del mito´, un viaje desde el flamenco que plantea lo que cuesta la libertad