La lucha contra las llamas no finaliza cuando estas se extinguen. El siguiente paso es la recuperación urgente del suelo en esta estación, ya que las lluvias pueden provocar el arrastre de ceniza a los cauces.
No solo afecta a la población. La presencia de cenizas en aguas estancadas como embalses o presas reduce la presencia de oxígeno, afectando a la fauna y flora. Si sumamos esto a las vulnerabilidad del suelo se incrementa si los restos quemados no se limpian, provocando la aparición de plagas.
La presencia de ceniza también puede cambiar la composición química del suelo. Recuperar un solo centímetro puede llevar unos 200 años.
Administraciones toman medidas
El 76 por ciento de la zona afectada por los incendios de este verano en la demarcación del Tajo se encuentra en la provincia de Cáceres. Por eso, se trabaja ya en mejorar los cauces y los entornos para evitar que las cenizas, los sedimentos o los restos del incendio lleguen al agua.
Se está priorizando, sobre todo, que no afecte al abastecimiento de los pueblos. Una de las prioridades es proteger el suministro de agua y los embalses. Por ejemplo, en las zonas afectadas se trabaja para que las cuencas de captación, incluso si la toma no fue directamente impactada, queden protegidas para que no se vea comprometida el agua potable. Un trabajo que se está coordinando entre la Junta, la diputación de Cáceres y la propia Confederación del Tajo.
Además, Junta y Diputación trabajan en medidas de prevención, entre ellas, instalar muros de paja para contener los restos y evitar que lleguen al agua, un filtro de grandes dimensiones o camiones cisterna.
Los expertos, por su parte, advierten que será difícil evitar el impacto en los cauces debido a la gran superficie quemada.