
El uso de drones en la agricultura está marcando un antes y un después en las labores del campo, especialmente tras las lluvias de la pasada primavera, que dificultaron el acceso a muchas parcelas por vía terrestre. Sin embargo, el avance tecnológico avanza más rápido que la normativa, y el uso de drones para aplicar productos fitosanitarios sigue estando prohibido de forma general.
Situaciones excepcionales
Actualmente, solo se permiten estos tratamientos aéreos en situaciones excepcionales, como el control de plagas específicas, entre ellas, la pudenta del arroz o la langosta. El sector, sin embargo, reclama una regulación más flexible y adaptada, que permita su uso en zonas y épocas concretas, siempre bajo condiciones de seguridad y control.
Jorge Torés, director de la empresa Campodrones, explica que “en el caso del tabaco, por ejemplo, que ahí se puedan utilizar los productos que se suelen utilizar con métodos convencionales”. Señala además que estas herramientas son especialmente efectivas cuando el terreno está impracticable, como ocurre tras fuertes lluvias, y permiten ahorrar tiempo y recursos sin dañar los cultivos.
Uno de los principales desafíos sigue siendo el viento, que afecta a la precisión de los tratamientos y puede reducir su eficacia o provocar derivaciones no deseadas. Por ello, los profesionales del sector subrayan la necesidad de una regulación que contemple criterios técnicos, así como zonas, cultivos y condiciones meteorológicas aptas para el uso de drones.