28 Agosto 2025, 15:56
Actualizado 28 Agosto 2025, 15:56

‘Jasón y las Furias’ ya ha visto la luz en Mérida. La puesta en escena ideada por Antonio C. Guijosa se antoja muy elegante, con mucho ritmo que mantiene la atención de los espectadores ante la historia de Jasón y su viaje hasta los infiernos para rendir cuentas de vivir los errores de su pasado.

Brillo general

José Vicente Moirón ha vuelto a hacerse, una vez más, con las riendas de un escenario inmenso que no ha conseguido eclipsarle en ningún momento. Y Carmen Mayordomo brilla con luz propia en su interpretación de una Medea llena de humanidad, una Medea mujer, con la que el espectador, a pesar de cometer el peor de los crímenes, consigue, en ocasiones, empatizar con el público.

Sin olvidar esa presencia constante e incómoda de las Furias. Seres mitológicos, sombríos, que recuerdan al coro griego y que evocan la conciencia y el remordimiento del protagonista.

Representados con un pesado abrigo granate por cortesía del elegante vestuario creado por de Rafael Garrigós, portan además una máscara de carneno en la cabeza, que mantiene en escena la constante presencia del vellocino de oro.

Las figuras están interpretadas por los actores José F. Ramos, Camila Almeda, Alberto Lucero, Lucía Fuengallego y Carmen Mayordomo, pero los artistas alternan en escena su papel de furia con otros personajes. El actor Gabriel Moreno también combina en las tablas del romano dos personajes: el rey Creonte y el rey Pelias. 

Texto, estética y mucho más

Mónica Teijeiro es la responsable de una escenografía muy bien integrada en el monumento. Está inspirada en Argo, el decadente barco de Jasón, y a lo largo de la función se va descomponiendo para ilustrar diferentes escenarios.

A través de un texto muy poético firmado por Nando López, al autor remarca tragedias que se siguen viviendo en la actualidad… Habla de violencias, contra la mujer, contra los hijos, de aquellos atroces asesinatos amparados por la legalidad… Un texto de extremada belleza que habla también de la dureza de las personas migrantes, desarraigadas y de los sentimientos que esas situaciones generan en el ser humano.

Una estética contemporánea inspirada en los clásicos con la que se consigue que la mitología trascienda para conectar con los conflictos del presente.

Con todo, Teatro del Noctámbulo ha logrado una función que no sólo emociona, sino que también invita a la reflexión.