En la tarde del próximo lunes se debate en la sede del Parlamento Europeo, en Bruselas, la continuidad de la Central Nuclear de Almaraz. Era una solicitud de la plataforma Sí a Almaraz, que la Comisión de Peticiones de la Eurocámara ha admitido a trámite este mismo viernes. Pendientes seguimos, por otro lado, de que en los próximos días se reúnan las 3 propietarias de la planta para consensuar una postura común de cara a pedir formalmente al Gobierno una prórroga para esa instalación. El encuentro estaba previsto para este viernes, pero finalmente se ha aplazado. De ello han hablado en Canal Extremadura dos expertos en el mercado eléctrico.
¿Margen para una prórroga de más de tres años?
Miguel Solchaga, socio de la consultora holandesa Metys, dice que probablemente habría tiempo para prorrogar la central por más de tres años. Habría, eso sí -matiza- que hacer inversiones cada año para garantizar la seguridad. A su entender, esa prolongación no debería tener un coste añadido; es más, asegura que reduciría los precios del mercado eléctrico. Entre los efectos positivos de esa continuidad, cita el flujo continuado que aporta la energía nuclear. Su ausencia implicaría que lo asumirían las centrales de ciclo combinado, con el gasto añadido que ello supondría y la contaminación que traería consigo.
Fernando Sánchez Castilla, portavoz de la plataforma "Sí a Almaraz"
Solchaga indica que desde el punto de vista fiscal un posible desmantelamiento tendría un efecto positivo, ya que se eliminarían algunos impuestos. No obstante, insiste en que lo razonable sería mantener abierta la central nuclear extremeña, ya que genera mucho empleo directo y también en las empresas de la zona. Con su cierre -estima- se perdería el 15% del empleo en la comarca, y el 1% del empleo en el conjunto de Extremadura.
Ventajas de la energía nuclear
Jorge Sanz Oliva, experto en el mercado eléctrico y director asociado de Nera Economic Consulting, discrepa del discurso del Gobierno de que las instalaciones nucleares no son imprescindibles; a su juicio es una postura difícil de entender. Afirma que éstas contienen la factura eléctrica, que sin ellas el consumo de gas -un bien caro- se dispararía, y que es una tecnología firme, estable y siempre disponible. Añade que España no es Chernóbil ni Fukushima, que aquí las medidas de seguridad son muy altas y que casi todo lo que tiene que ver con la energía nuclear en nuestro país son ventajas.
Sanz Oliva recuerda que el Consejo de Seguridad Nuclear evalúa qué inversiones deben hacer las empresas y durante cuánto tiempo debe operar la planta, garantizando así el suministro de energía. El problema, nos cuenta, es que los ingresos de las centrales nucleares son a día de hoy casi iguales que los costes, y que por eso está en tela de juicio la rentabilidad del sistema tal y como está ahora concebido. Y añade que sí hay fiscalidad asociada a la central: tanto impuestos de la Junta como locales, en los municipios. Concluye indicando que en estas cuestiones se antepone el interés particular: el voto. Y que se hace un uso político del asunto.