Las lluvias de los últimos días han llegado con fuerza a Extremadura, un fenómeno que supone tanto oportunidades como retos para el campo. El agua es esencial para los cultivos, pero su efecto depende de la intensidad y la duración de las precipitaciones.
"Las lluvias son necesarias para que podamos coger agua en nuestros pantanos, pero también en el secano para que los distintos cultivos se puedan desarrollar”, ha señalado Ignacio Huertas, secretario general de UPA.
El agricultor Herminio Íñiguez coincide en que la lluvia beneficia a cultivos como la aceituna y el cereal, “siempre y cuando venga de forma moderada”. Sin embargo, advierte que si los temporales se prolongan y son intensos, “pueden impedir la recolección de la aceituna y provocar daños si caen frutos”.
El cereal también requiere atención: “En la siembra del cereal tenemos que adelantarnos al mal tiempo, porque si llueve prolongadamente se retrasan las siembras y te vas de fecha”, explica Iñíguez.
Así, el campo extremeño se enfrenta a un doble desafío: aprovechar la lluvia que llega en el momento justo, pero estar preparados para evitar daños si los temporales se alargan.
