18 Agosto 2022, 11:59
Actualizado 18 Agosto 2022, 11:59

Con la llegada del nuevo curso académico, los universitarios que cursan estudios lejos de su casa tiene que tomar una importante decisión. Deben elegir el tipo de alojamiento en el que vivirán. Residir tanto en pisos compartidos como en residencias tiene sus pros y contras. 

Por un lado, las residencias están diseñadas para brindarles a los estudiantes todas las comodidades necesarias para disfrutar de su vida universitaria. No sucede así en los pisos. En este caso, los universitarios, muchos por primera vez en su vida, se ven obligados a ser autónomos en el hogar. 

Uno de los factores más determinantes en la elección es el precio y vivir en un piso compartido es la opción más económica. En Extremadura, un universitario que comparte piso gasta al mes unos 500 euros mientras que alojarse en residencias el desembolso puede alcanzar los 1.000 euros

A pesar del alto coste que puede suponer para las familias, las residencias de la región no tienen capacidad para asumir la demanda de estudiantes. Para el curso 2022-2023 se ofertan 303 plazas en residencias universitarias de la Junta de Extremadura. La oferta pública sumada a la privada no son suficientes para dar respuesta a todas las solicitudes

El volumen de inscripciones han aumentado en general en todas la residencias de la región, están completas y tienen incluso lista de espera. Sin embargo, las inmobiliarias extremeñas también han notado que las llamadas de estudiantes para interesarse por pisos compartidos se han multiplicado. 

Aloma Inmobiliaria consideran que el año está "desbocado" el alquiler de pisos de estudiantes. Su propietario Carlo Gozalo manifiesta que "las llamadas han aumentado exponencialmente". Se demandan viviendas de tres y cuatro dormitorios con precios que rondan los 400 y 550 euros. Los estudiantes extremeños pagan unos 150 euros por habitación

Además de que económicamente es más barato vivir en pisos compartidos, los estudiantes buscan gozar de una mayor libertad.