La recogida de la aceituna de mesa ha comenzado en las comarcas del norte de Cáceres, donde se cultiva la reconocida manzanilla cacereña, una de las variedades más apreciadas por su sabor y textura. Sin embargo, la campaña arranca con un sabor amargo: la falta de lluvias ha impedido que el fruto engorde lo suficiente, y gran parte de la cosecha no podrá destinarse a aderezo.
"El tiempo está en contra del campo”, explica el agricultor Florencio Iglesias, que estima que el 70% de la cosecha se perderá. “Solo un 30% servirá para mesa. Del resto, algo irá a almazara, pero otra parte no servirá ni para eso, porque la mano de obra va a valer más que la aceituna. Y además, la aceituna no tiene grasa, se ha quedado seca”.
La situación es crítica en una de las campañas más importantes del otoño extremeño. Iglesias advierte también de las consecuencias a medio plazo: “El próximo año será aún peor. Los olivos quedarán agotados. El árbol es como una persona, necesita un tiempo de recuperación”.
Los agricultores de la zona prevén pérdidas económicas millonarias, especialmente para quienes habían planificado una campaña normal. “Se preveía una buena campaña", dice Florencio Igleisas, y aunque los precios hubieran estado entre los 85 o 90 céntimos, "hubiéramos funcionado todos: productores, receptores e industrias”, señala. Pero el producto no ha dado de sí. En su caso, esperaba recoger unas 600 toneladas, pero a día de hoy solo ha cosechado 15.000 kilos, y apenas quedan ocho días de campaña. “Aunque llueva, ya la aceituna está negra. Para verdeo no serviría”.
La preocupación se extiende entre los agricultores de la zona, especialmente entre los más jóvenes que han invertido en maquinaria. “Los disgustos vendrán en diciembre, cuando no se recaude dinero”, concluye Iglesias.

La Unión Extremadura pide ayudas urgentes por las pérdidas en la aceituna manzanilla cacereña