14 Mayo 2022, 11:50
Actualizado 14 Mayo 2022, 11:50

¿Sabes por qué este ambiente tan sofocante nos condiciona tanto a la hora de dormir? Todo es cuestión de bioquímica. Esta pregunta nos la resuelve Beatriz Moratinos, catedrática de Fisiología de la Universidad de Extremadura: la temperatura corporal no es constante a lo largo del día, sino que depende íntimamente de la segregación de dos hormonas. Una de ellas es la melatonina producida por la glándula pineal a lo largo de la toda la noche y cuya función es bajar la temperatura corporal; y la otra es el cortisol cuyo efecto es contrario y aparece durante el día. 

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El hipotálamo es una región del cerebro encargado en las reacciones involuntarias de nuestro cuerpo.

Este ajuste de temperatura se da de manera involuntaria por el sistema nervioso autónomo que, a su vez, tiene que buscar el equilibrio entre la disipación de calor por las altas temperaturas externas mediante la sudoración y la vasodilatación y la producción de calor interno para poder seguir estando vivos.

Además, en esta época del año superamos las 14 horas de luz solar lo cual hace que la melatonina, la hormona vinculada con los preparativos del sueño, aparezca más tarde y desaparezca antes, complicando aún más la situación. Una vez que anochece aparece la melatonina y, consecuentemente, comienza la bajada de la temperatura corporal. Este descenso es más acusado en las primeras horas de la noche que es, por norma general, cuando parecen los primeros síntomas del sueño, señala Moratinos. Este enfriamiento es más complicado en ambientes cálidos y, por tanto, la llegada del descanso es inalcanzable. 

Así que lo mejor es intentar dormir en una habitación ventilada; mejor con ventilador que con aire acondicionado y si usas éste, no lo pongas muy frío para evitar que el frío te impida coger el sueño. Además de evitar, en la medida de lo posible, las luces y los ruidos externos.

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Sin embargo, todavía se complica más si compartimos cama con alguien de sexo contrario. Los hombres, por lo general, tienen una temperatura corporal entre 0,5 y 1ºC superior a la de la mujer debido a la producción de la testosterona, la hormona sexual masculina. Y en ellas, la presencia de los estrógenos hace que sean más sensibles al frío o al fresco. Aún se da media vuelta más de tuerca en la menopausia: se pierden los estrógenos… y aparecen los calores. Así que las parejas heterosexuales lo tienen más complicado que las homosexuales.

Pero aquí no acaba el tema: en las personas mayores y más aún con enfermedades degenerativas como el alzhéimer o la demencia senil. Como hemos comentado, la termorregulación corporal se rige por el hipotálamo, pero con el paso de los años se deteriora. Esto es una de las causas por las que los ancianos se desvelan con facilidad por la noche y que puedan dormir sin problema durante el día y que apenas suden y, por tanto, sean muy vulnerables a la deshidratación sin que tengan sed. Y si, además, toman diuréticos… apaga la luz, nos recuerda la catedrática. Es por ello que la vigilancia de nuestros mayores es fundamental para que tengan una mejor calidad de vida.

Y nada de cubatas o de cervezas por la noche para aliviar el calor. Por un lado, el alcohol deshidrata al evitar la producción de otra hormona, la HAD, que hace que vayamos con mayor frecuencia al baño, y la cafeína de los refrescos contribuirá a que no comience tu momento de vigilia para poder dormir. 

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