La atmósfera es un gran mecano. Lo que ocurre en un punto del planeta tiene su compensación en otro. Si un área está sufriendo un episodio de altas fuera de lo habitual y de esa época del año; en otro, y no muy lejano, estará dándose la situación inversa. Todo en busca del equilibrio dinámico.
El anticiclón de las Azores es un potente centro de altas presiones ubicado en el centro del océano, originado por la propia dinámica atmosférica terrestre. Hay ocasiones que está más reforzado que otras. Su debilidad hace que se retire hacia el norte o hacia el sur, abriendo de par en par el pasillo por donde nos llegan las borrascas atlánticas.
El índice NAO es un valor que mide, precisamente, cuál es su robustez y se basa en algo muy sencillo, tanto como la diferencia de presión entre Reikiavik (capital de Islandia) y las Azores, en medio del Atlántico. Si este valor es positivo, quiere decir que el anticiclón está fuerte y, consecuentemente, desvía a las borrascas de la Península; y viceversa. Su estudio permite pronosticar con mayor o menor acierto las precipitaciones en la vertiente atlántica.
La vertiente mediterránea se rige por otro índice similar, el índice de la oscilación del Mediterráneo Occidental (en inglés: Western Mediterranean oscillation, abreviado WeMO) basado en la diferencia de presión entre San Fernando (Cádiz) y Padua, en el norte de Italia. En la fase positiva (WeMO+), suele haber un anticiclón en el golfo de Cádiz y bajas presiones al norte de Italia, lo que genera tiempo estable y poca precipitación en la fachada mediterránea. Y al contrario, la fase negativa está vinculada con bajas presiones en el golfo de Cádiz y altas presiones en Europa Central.
Sobre las teleconexiones climáticas hablamos con Eduard Cuscó, geógrafo y profesor en la Universidad Autónoma de Barcelona. Esta entrevista se emitió el pasado viernes, 5 de diciembre de 2025 en el "El Sol sale por el oeste". Pincha en la imagen y escucha la entrevista.