Extremadura
22 Julio 2020, 16:56
Actualizado 22 Julio 2020, 16:56

Se supone que es un derecho constitucional, pero la vivienda acaba convirtiéndose, a veces, en algo inalcanzable cuando tienes una nacionalidad distinta a la española. Esto es lo que sienten y lo que padecen en España, pero también en Extremadura, muchos inmigrantes y refugiados.

"No tengo alquileres para vosotros"

La historia de Gabriel Blandón podría ser la de muchos jóvenes y familias de inmigrantes o de refugiados. Él lleva cuatro años viviendo en España, dos de ellos en Cáceres y, cuando hace unas semanas, se decidió a mudarse de piso, se encontró con que ni siquiera lo consideraban como candidato al alquiler por ser extranjero. "Muchos caseros cuando escuchan que es una persona extranjera la que busca el alquiler no quiere saber nada más", explicaba Gabriel.

Además, se da la circunstancia de que estos rechazos no pasan de la vía telefónica; es decir, ni siquiera llegan a tener la posibilidad de visitar la vivienda que quieren alquilar: "La gente no se fía de que puedas pagar el alquiler. Muchas veces ni siquiera te dan la posibilidad de demostrar cuáles son tus ingresos o si tienes un trabajo con el que responder", se lamentaba.

"Cuando me pasa algo así me quedo sin palabras para responder"

Refugiado por luchar por los derechos humanos

Gabriel explicaba que la situación socio política en su país es bastante inestable en cuanto a los derechos humanos se refiere, especialmente para los jóvenes, las mujeres o el colectivo LGTB. "Muchas personas se ven obligadas a salir de Nicaragua porque el sistema vulnera cada vez más sus derechos. Hay muchos nicaragüenses en España" contaba en El Sol sale por el Oeste.

Su caso es el de muchos otros luchadores de los derechos humanos: "Yo era activista de derechos humanos. Pensé que la realidad de Nicaragua podía cambiar. Pero la única verdad es que la gente en mi país es asesinada por reclamar derechos básicos como la libertad de expresión o la educación. Todo está politizado y muchos de nosotros sentimos que nuestras vidas corren peligro. Cuando se llega a ese punto, no queda otra que salir del país, lamentablemente".

Blandón, incidía, no obstante, en que está muy contento en España y con la hospitalidad que ha encontrado en este país. Eso no quita que quiera difundir un mensaje que cree que es necesario para que todos entendamos "que estos actos discriminatorios están totalmente obsoletos en pleno siglo XXI".