En Badajoz, 45 personas en situación de vulnerabilidad ya viven en un hogar digno, gracias al programa de vivienda supervisada que Cáritas Diocesana ha puesto en marcha junto a la Junta de Extremadura. El objetivo del programa es claro: ofrecer no solo un techo, sino también acompañamiento personal y herramientas para recuperar la autonomía. Las personas beneficiarias llegan derivadas desde Servicios Sociales o entidades sociales, y deben aceptar el acompañamiento como condición para entrar en este proceso de inclusión.
El caso de Nur
Una de las beneficiarias es Nur (nombre ficticio), profesora de química en Marruecos, que por primera vez desde que llegó a España ha encontrado un espacio seguro para ella y sus dos hijas: “Llamaron de Servicios Sociales a Cáritas, me dieron este piso y me ayudaron mucho. Está nuevo”, explica.
La clave del proyecto es que las viviendas no son permanentes, sino un paso intermedio hacia la integración plena. Cáritas ofrece un acompañamiento activo en la búsqueda de empleo y de una vivienda estable: “Que acepten ser acompañadas y que sepan q es una vivienda temporal, porque lo importante de este proyecto es q lo vinculamos a la búsqueda de una vivienda normalizada y de un trabajo", explica Elisabeth Ballesteros, directora del programa de viviendas de Cáritas.
El proyecto ofrece distintos tipos de alojamiento: desde viviendas compartidas entre personas solas, hasta hogares familiares. También hay viviendas tuteladas con apoyo 24 horas para personas con adicciones, procedentes de la calle o con perfiles de exclusión cronificada. “Buscamos la dignificación de la persona, su autonomía, que normalicen su vida”, destaca Francisco Maya, delegado episcopal de Cáritas Diocesana.
La experiencia está dando resultados y ya se prevé su ampliación a Mérida, como parte del compromiso de Cáritas con las personas más vulnerables de la región.