25 Febrero 2023, 14:37
Actualizado 25 Febrero 2023, 14:37

Casi todo el mundo en Extremadura sabe que la Asamblea, antes de ser la sede del poder legislativo de la región, fue un hospital: el Hospital San Juan de Dios.

Pero pocos saben que ya en la Edad Media era además de hospital, una casa de asilo para pobres, para luego evolucionar durante el Renacimiento y acabar siendo después ese último hospital en el que nacieron o se curaron muchos de los emeritenses que hoy siguen viviendo en la ciudad.

Pero es que además, en el solar que ocupa hubo casas de médicos y mucho antes aún, domus de los habitantes de la antigua Emerita Augusta. Estando en pleno centro de la ciudad, se ubicaba dentro de la muralla y muy cerca del Foro provincial.

Por eso, desde época romana, siempre ha albergado casas (hay restos de dos, con sus estancias y sus mosaicos incluidos) y diferentes edificios. Y fue un solar que usaron también luego los visigodos, los árabes y todas las civilizaciones que pasaron por la actual capital autonómica. Hubo incluso enterramientos y su simbología es incuestionable desde los cimientos del edificio.

Su simbología es incuestionable desde los cimientos del edificio

Pero fue en 1983, hace 40 años, cuando se dio el paso definitivo para que aquel lugar se convirtiera en la sede parlamentaria de Extremadura. Fue un arquitecto cacereño quien dirigió toda la obra: Dionisio Hernández Gil, que en aquel momento era subdirector de Bellas Artes del Ministerio de Cultura.

Junto a él, un aparejador emeritense, Rafael Luque, y un arquitecto de ascendencia italiana, Feduchi. Era cuñado de Moneo (quien construyó junto a Hernández Gil el Museo Romano de Mérida entre 1980 y 1986) y venía de una familia especialista en muebles, lo que le permitió diseñar el primer hemiciclo a modo de mueble, perfectamente encajado, en lo que antes había sido la capilla del Hospital San Juan de Dios.

El nuevo y actual hemiciclo se inauguró en 2003. Se construyó con madera de cerezos del Valle del Jerte.

Hemos recorrido el edificio de la mano de José María Álvarez, exdirector del MNAR, arqueólogo y cronista oficial de Mérida; con Félix Palma, director del Consorcio de Mérida y con María Eugenia Garrido, Jefa del departamento de Biblioteca, Archivo y Documentación de la Asamblea de Extremadura.