13 Junio 2023, 14:22
Actualizado 13 Junio 2023, 16:31

“He tirado la toalla”, y lo dice con tristeza. Carmen estaba de 18 semanas cuando abortó. Le prometió a su hijo que haría lo posible por cambiar la situación de desamparo que ella vivió en la clínica Los Arcos, en Badajoz. Pero reconoce que no puede más y que sufre cada vez que cuenta su experiencia. 

Ha puesto reclamaciones en la clínica, en el SES y ha hablado con responsables políticos de distinto signo, pero “todo sigue igual”, afirma.  Chocas con el sistema y ya está.  

Sola en la dilatación

Como todas las mujeres, llegó a la clínica derivada por el sistema público que, en Extremadura, no practica abortos. Recuerda que tuvo que amenazar al personal de la clínica con tocar el timbre sin parar si no entraba su pareja en la habitación. No quería estar sola durante todo el proceso de dilatación, que fue muy doloroso.  

Cuando llegó la hora del expulsivo la durmieron y, en quirófano, le extrajeron el bebé.  Alguien le dijo en medio de todo el sufrimiento que le supuso que “ella lo había elegido”. 

Carmen tampoco pudo ver a su bebé, ni llevarse su cuerpo. Para ello tenía que haber gestionado la solicitud previamente, pero nadie le informó de ello. Ella se culpa por no haberlo sabido. También se pregunta por qué no podía haber terminado el proceso con el expulsivo, por qué no la dejaron elegir.  

"Por qué lloras? ¿No es lo que querías?"

Hablamos con Begoña, ella nos cuenta que se despertó llorando en quirófano, abortó de 15 semanas. El ginecólogo le dijo, “¿por qué lloras, no es esto lo que querías?, venga, muévete y ponte en la camilla”. No puede olvidar estas palabras. 

Ya en la habitación, asegura, “una enfermera me tiró la ropa en la cama y me dijo que me vistiera para irme ya, le dije que estaba mareada y me contestó que luego me daba un caramelo.”  

Su experiencia es la de un trato deshumanizado, “lo único que pido es que te traten bien, que te hablen bien, con un poco de cariño.” Estaba sola, sin ningún familiar que le acompañara en la habitación. “He tenido que ir a la psicóloga después para superar lo que viví allí.” 

También Ana lo pasó mal, pero su matrona la preparó mejor para ese momento. Le insistió para que fuera con la cabeza fría. Estaba sola en la habitación y sentía a otras mujeres en habitaciones contiguas. Incluso, hubo un momento que se levantó de la cama, con el gotero, y llamó a una limpiadora para pedirle que hiciera algo por una de las mujeres que no paraba de llorar desesperada. Y repite las mismas palabras, “deshumanizado” y “soledad”. 

Incluso, dice Ana, antes de la intervención podía enterarse de lo que otras mujeres hablaban con la psicóloga o la asistenta social cuando estaban la consulta, sin intimidad. 

¿Y por qué no denuncian? Porque salen tan hundidas que no pueden, simplemente dejan pasar el tiempo para ir superándolo. Según la psicóloga perinatal Marga Pericuesta, lo que necesitan estas mujeres es un buen acompañamiento y que no las juzguen. 

 

Más de un millar de abortos en Extremadura al año

En Extremadura, durante el año 2022, hubo 1.096 mujeres que interrumpieron su embarazo. La mayor parte se derivaron a la clínica Los Arcos de Badajoz. Pero dependiendo de la situación, la sanidad pública te deriva a clínicas de Salamanca, Sevilla y Madrid. 

Todos los abortos son terapéuticos, no hay abortos de primera ni de segunda, ya sean de embarazos deseados o no deseados.  

Desde 2010, el aborto se convierte en una prestación sanitaria pública por ley. Es un derecho. Pero en Extremadura no se realizan en los hospitales, el motivo que alegan los responsables es la objeción de conciencia. Una objeción en bloque que en algunos ámbitos cuestionan. 

Con la última modificación de la ley del aborto, el SES tiene que hacer un listado de objetores de conciencia que se está elaborando, afirman desde la Consejería de Sanidad. 

Además, para practicar abortos en los hospitales, éstos se tienen que tener un espacio condicionado para ello, es lo que afirman desde la clínica Los Arcos, que llevan años realizando las interrupciones del embarazo, “un derecho que tienen las mujeres y que defendemos. Además, aquí no se van a encontrar con objeción de conciencia, ni moral, ni política, ni profesional.” Son declaraciones de Sonia Llamas, psicóloga y portavoz de la clínica Los Arcos. Nos explica que practicar abortos en este país no suma en el currículo profesional, sino que resta.  

Cuando le planteamos las experiencias de las mujeres que nos han contado su paso por la clínica, afirma Sonia Llamas que respeta los testimonios de estas mujeres, sus sentimientos y por lo que han pasado. Anima a reclamar para seguir revisando sus protocolos y poder mejorar. 

Nos explica que cuando una mujer llega a la clínica ya ha pasado por el circuito sanitario público, donde tienen que explicar a las mujeres todo el proceso con detalle. Que ellos son un centro acreditado y que, si el sistema público asume los abortos, deberían seguir el modelo de cualquier clínica acreditada. 

Llamas afirma que para preservar la intimidad de las mujeres que van a abortar, no las llaman por su nombre sino por un número que les asignan. El hecho de que los familiares no están en las habitaciones acompañando a las mujeres, dice, “es para preservar la intimidad del resto de las mujeres. A no ser que la mujer lo pida y lo considere el equipo, no pueden entrar.” 

Insiste en que en la clínica no hacen partos, sino abortos. Por eso, en el momento del expulsivo, las mujeres van a quirófano en las semanas más adelantadas de embarazo. Para las que están de menos semanas, también pueden elegir el método farmacológico. 

“El aborto sigue siendo un tema tabú” afirma Sonia Llamas. Incluso, hablando de embarazos no deseados, expone la importancia de insistir en una buena educación afectivo sexual. Eso se traduciría en menos abortos, y en menos abortos en edades tempranas.  

En Extremadura, de las 1.096 interrupciones voluntarias del embarazo solicitadas el pasado año en el servicio extremeño de salud, 127 correspondían a menores de 19 años y 5 tenían menos de 15 años. Además, solicitaron abortar 43 chicas de 16 y 17 años y otras79 jóvenes que acababan de estrenar la mayoría de edad. 

Las mujeres que nos han dado su testimonio se referían a embarazos deseados pero que presentaron problemas. Estas mujeres echan de menos un seguimiento del SES posterior al aborto. Queda mucho por mejorar, dicen. Quieren tener más capacidad de decisión en el proceso y un mejor acompañamiento en uno de los momentos más difíciles de su vida. Pero es algo de lo que apenas se habla y en el silencio es más difícil avanzar. 

Poner sobre la mesa las necesidades de las mujeres y cómo hacer ese acompañamiento urge. Hace falta más formación e inversión, afirman. 

Es una de las asignaturas pendientes para con las mujeres.