17 Septiembre 2021, 20:55
Actualizado 17 Septiembre 2021, 20:50

No sé si te habrás fijado alguna vez en las cimas de las nubes de tormenta. Normalmente son planas y están coronadas de cirros, esas nubes de tipo alto de aspecto deshilachado. Su andamiaje interno son las corrientes ascendentes, que hacen crecer a la nube hasta los 10-12 kilómetros de altura, hasta el límite de la troposfera, la capa atmosférica en la que vivimos. 

Sin embargo, hay ocasiones que esas corrientes son tan violentas que “rompen” esa tapa y llegan al piso superior, a la estratosfera. Una capa atmosférica muy estable, de ahí su nombre: estrato. Y es que el aire está tan tranquilo que se posa en capas, estratificado, ya que no hay turbulencias. Entonces no estamos ante una tormenta común, sino ante una supercélula.  

Una supercélula es una tormenta muy bien organizada, con unas violentas corrientes de aire (hay estimaciones de velocidad superiores a los 240km/h) ascendentes y descendentes que se retroalimentan rotando sobre sí mismas y, frecuentemente, dejan chaparrones torrenciales, granizo o tornados. 

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Supercélula tormentosa descargando sobre una llanura. 

Hasta ahora a las supercélulas se localizan fácilmente a través de las imágenes de satélite, pero con poca anticipación: apenas media hora. En cuanto a los tornados: no son detectables por los satélites puesto que están bajo la capa de nubes que corona el cumulonimbo. 

Un equipo de meteorólogos de la Universidad de Stanford, encabezado por Morgan O’Neill, ha propuesto un método de predicción para el proceso físico que provoca que los cumulonimbos sobrepasen la tropopausa, a más de 10km de altura. El objetivo es poder lanzar avisos más anticipados y no depender de las señales de radar que a menudo fallan o faltan. En definitiva: salvar vidas y minimizar los daños materiales. Los resultados han sido publicados por la revista “Science”. “A diferencia de los huracanes, no podemos ver tornados porque están ocultos debajo de las tormentas eléctricas”, dijo O'Neill, de la Escuela de Ciencias de la Tierra, Energía y Medio Ambiente de Stanford. 

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Portada de la revista "Science" que publica el estudio.

La mayoría de las veces, estas corrientes ascendentes de aire húmedo interiores de la supercélula tienden a aplanarse y extenderse al llegar a la tropopausa (la capa de transición entre la troposfera y la estratosfera) formando una nube en forma de yunque. La intensa corriente ascendente de una supercélula presiona a la tropopausa hacia la siguiente capa de la atmósfera, creando una pluma de nubes altas.  

Se ha observado que estas corrientes que superan la tropopausa regresan aceleradas a niveles inferiores. Por simulación de ordenador, O’Neill y su equipo han descubierto que se desencadena una importante corriente descendiente de vientos superiores a los 350km/h. “El aire seco que desciende de la estratosfera y el aire húmedo que se eleva desde la troposfera se unen en este chorro muy estrecho y ultrarrápido, volviéndose inestable. Se inicia un proceso de mezcla y de turbulencia que originaría el tornado”.  

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Tornado alcanzando el suelo. 

La tropopausa actúa a modo de barrera elástica que evita que el aire siga ascendiendo, pero lo rebota hacia abajo a gran velocidad. Se ha propuesto que las ondas de aire húmedo que fluyen hasta esos niveles puedan alcanzar la estratosfera, inyectando en ella  vapor de agua. De ahí que  este proceso se conozca como  “salto hidráulico”, nombre curiosos que viene de lejos. Leonardo Da Vinci ya observó el fenómeno en el agua corriente en el siglo XVI. 

Esta eyección de vapor de agua no es ninguna tontería. Según las últimas estimaciones podría alcanzar los7000 kilogramos en un segundo, más del doble de lo observado en anteriores estudios. Una vez que llega a la parte baja de la estratosfera, el vapor de agua permanece allí durante varios días o semanas, ya esto repercute en la cantidad y en la calidad de energía solar que llega a la Tierra mediante la destrucción del ozono en la estratosfera y el calentamiento de la superficie del planeta. 

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Anatomía interna de una supercélula.

“En nuestras simulaciones se observan estructuras similares a plumas y que el agua llega a la estratosfera, donde posiblemente podría tener un impacto climático a largo plazo”, dijo el coautor Leigh Orf , científico atmosférico de la Universidad de Wisconsin-Madison. 

Más info https://www.science.org/doi/10.1126/science.abh3857 

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