9 Abril 2021, 17:35
Actualizado 9 Abril 2021, 17:35

Hasta ahora una de las principales herramientas que se barajan para reducir los niveles de CO2 en la atmósfera es el aumento de la masa  forestal. Las plantas, en su acción fotosintética, absorben este gas para transformarlo en sustancias vitales para ellas. Esta semana se ha publicado en la prestigiosa revista Nature un artículo en el que se pone de manifiesto que quizás es más efectivo extender la superficie de pastizales que de bosques

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Modelo sencillo del ciclo del carbono.

El autor principal es un miembro más de esa “fuga de cerebros” que se marcha de nuestro país: el murciano César Terrer, investigador del Lawrence Livermore Laboratory y de la Universidad de Stanford, en California (Estados Unidos).  

El suelo tiene una capacidad tres veces superior que las plantas para retener el CO2

Se estima que cada año un 30% de las emisiones de CO2 son secuestradas por el suelo y la cobertura vegetal. Sin embargo, el comportamiento de este almacén depende del comportamiento de la biomasa vegetal y del carbono orgánico presente en el suelo ante el aumento del CO2. Para el caso de las plantas, parece que no hay problema: a más CO2, más plantas; pero se ha observado que el carbono fijado en el suelo unas veces aumenta y otras disminuye. ¿Por qué? 

Para dar respuesta a esta pregunta, un equipo internacional de investigadores ha analizado un total de 108 experimentos previos en los que se veía la respuesta de las plantas y del suelo en condiciones controladas de CO2, simulando las previsibles concentraciones emitidas por la actividad humana. Y lo que se ha visto es que el comportamiento es opuesto: si el CO2 favorece el crecimiento de las plantas, disminuye en el suelo; y si no hay tanto CO2 como para que las plantas crezcan, aumenta en el suelo

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La reforestación de montes y selvas es una de las principales herramientas para la disminución del CO2 en la atmósfera, aunque quizás no sea tan efectiva como se cree.


La causa parece estar relacionada con los procesos de adquisición de nutrientes en las raíces de las plantas: si emplean carbono para crecer, deben tomarlo del suelo y, por tanto, disminuye. Se activaría así una red de microorganismos que viven en sus raíces para poder captar la mayor cantidad posible de carbono. En este proceso, estos seres desechan CO2 que vuelve a la atmósfera. 

Se necesita, por tanto, buscar un equilibrio entre lo que se capta y lo que se emite y parece que ese punto estaría en permitir el desarrollo de pastizales en zonas dominadas por cultivos leñosos (como sería nuestra dehesa), además de favorecer la biodiversidad. 

En esas simulaciones se ha visto que si los niveles de CO2 atmosférico se duplican a valores preindustriales, la cantidad de carbono fijada por las plantas de estos ecosistemas sería del 8% (con un incremento superficial del 23%) mientras que los bosques apenas mostrarían cambios (a pesar de aumentar un 9%). 

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La creación de grandes pastizales puede ser muy útil para aminorar las cantidades de CO2 en la atmósfera, ya que una buena parte quedaría retenida en el suelo.

Además, el almacenaje del CO2 en el suelo presenta otra ventaja: el carbono en ellos queda retenido durante siglos y milenios, mientras que en las plantas es liberado a la atmósfera cuando ellas mueren.

Estos hallazgos serán, a partir de ahora, tenidos en cuenta en los modelos matemáticos empleados para los estudios de cambio climático. 

Más info:
https://www.nature.com/articles/s41586-021-03306-8
 

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