2 Julio 2020, 14:37
Actualizado 2 Julio 2020, 15:01

A Guareña, que tiene unos siete mil habitantes y está en Badajoz, la puso en el mapa internacional el yacimiento del Turuñuelo, pero mucho antes los amantes del teatro sabían que no era solo el Turuñuelo lo que hacía que mereciera la pena pasar el verano allí. Desde hace más de una década tiene lugar el Festival Escénicas, que nació como todos los bebés: pequeñito y que, como todos los bebés, ha ido creciendo y adquiriendo un sello propio: el teatro como reflejo.

Para toda la familia

El 16 de julio comienza, en las pistas polideportivas (para poder salvaguardar la distancia de seguridad) un festival que hace caso a todo tipo de públicos. De hecho, las dos primeras obras son para toda la familia. Una es "Namor, el niño pez", de Chema Caballero y la compañía The Nose Theatre, que está basado en la tragedia de Aylan Kurdi, el niño sirio que fue hallado muerto y fotografiado por Reuters en una playa turística de Bodrum (Turquía). Namor da nombre a todos los niños que nunca van a volver a reunirse con sus padres o sus madres. 

Con ella se abre un festival que continúa con otra obra deliciosa para los más pequeños: "El Princi-Pato". Es un príncipe, un niño de apenas cinco años, educado con severidad y que, cuando ha de gobernar, reproduce lo que ha aprendido: el despotismo y la crueldad. Tiene pocos vasallos, pero les hace la vida imposible. Lo que ocurre es que, entre ellos, está Candela, que tiene su misma edad y que se le enfrenta. Y sí: hay un pato. Pero no les contamos más.

Identidad, maltrato y migraciones

El teatro social no moraliza, generalmente. Ofrece reflexión sobre nuestro lugar en el mundo. "Mi nombre es género" (19 de julio, Samarkanda Teatro) habla de la identidad. De cómo nos leemos y cómo queremos que los demás nos lean. De lo que somos. El protagonista es lo que ahora llamamos una persona no binaria: incapaz de identificarse como niño o niña. 

Camille Claudel era una mujer y la encerraron en un manicomio porque tampoco encajaba en la idea de sumisión que debía tener una mujer. Su historia inspiró a Memé Tabares (una de las mejores actrices de nuestra región y con un concepto teatral comprometido y claro) para montar "La vida secreta de Petra Leduc" (23 de julio, Creaciones Escénicas Efecto Kepler): “Me han insultado y humillado; me han ridiculizado; se han reído de mí; me han perseguido, me han violado; jamás me han preguntado qué pienso o qué quiero; me han torturado, me han arrancado la piel a tiras y me han quemado cada vez que me he puesto en pie y he gritado mi nombre. Me llamo Petra Leduc, existo y soy escultora". 

Qué importante, este decirse. 

Qué importante que se dé voz a los que no la tienen. 

La Aurora Teatro viene de Barbate para montar "Las estrechas" (24 de julio). Hay dos mujeres, Carmen (barbateña, mujer de marinero: su marido ha desaparecido en las costas de Marruecos) y Fátima, marroquí: su hijo ha desaparecido en una patera. Las políticas migratorias, la connivencia de Europa y el horror del estrecho en una obra que cuenta con música en directo. El domingo 26, Eva Romero y Sergio Román (que comanda La Aurora Teatro) codirigen "La matanza de Badajoz", un hermanamiento entre las dos compañías, la gaditana y la Escuela de Teatro de Guareña. Hay poesía, aquí. Eva Romero dirige el Festival (y la Escuela): "Consideramos que es necesario, ahora más que nunca, en un momento en que el discurso del odio se multiplica y cala en la población de una manera fácil y asimilable, el arte y la cultura debe servir para combatirlo y para ensanchar la convivencia". Por eso se va a hablar también de restañar las heridas y enterrar a los muertos.