22 Diciembre 2020, 13:48
Actualizado 22 Diciembre 2020, 15:47

Punta Umbría es todo un clásico de las vacaciones de los extremeños y, a partir de hoy, también un auténtico amuleto para la suerte. 35 décimos del Gordo (que sepamos hasta el momento) han comprado allí diferentes familias de la región, que se han traído hasta Extremadura 14 millones de euros en premios.

Comenzamos la ruta de la suerte por Torrejoncillo. De allí son María y Fran, una de tantas parejas que se animó a veranear en la localidad onubense. María confiesa que es "un poco adicta" a la Lotería, así que cuando se topó con la Administración de Lotería no lo dudó: compró un décimo que hoy vale 400.000 euros. Un dinero que le vendrá "de maravilla" para impulsar el negocio que acaban de monta 

Y cerca de Torrejoncillo, en Mérida, hay otras dos historias de felicidad.

Una de felicidad y de amistad, la de Manuel y su amigo. Su amigo compró tres décimos del número premiado y dos fueron para Manuel. Y con 84 años, Manuel lo ha vuelto a dividir: se ha quedado uno para él y su mujer y ha tenido la generosidad de repartir los otros 400.000 euros de premio con sus dos hijos: "Cuando lo vimos no nos lo podíamos creer", nos confiesa su esposa, "pero ahora somos muy felices". 

Manuel, celebrando el Gordo con su familia
Manuel, celebrando el Gordo con su familia

La otra historia es de felicidad y justicia. Jesús Sánchez es camarero-limpiador en la residencia El Prado. Ha vivido su año laboral más doloroso en una de las residencias más castigadas por el coronavirus. En uno de sus escasos respiros, compró tres décimos de Lotería en Punta Umbría: uno se lo quedó él, otro se lo dio a medias a su hijo y a su suegro y el tercero lo jugó con su peña de Lotería de 16 amigos. Ahora, nueve días antes de dejar atrás este cruento 2020, tendrá el alivio de hacer feliz a 19 familias.

Una felicidad que comparten en Jaraíz de la Vera Cristina y Borja. Una pareja joven que disfrutó este verano de unos días de playa en la provincia de Huelva. Y allí, en plena playa, compraron siete décimos millonarios: pareja, amigos, suegros, padres y tías: entre todos disfrutarán de 2.800.000 euros recordando con el mejor sabor de boca su visita al sur de Andalucía.

Cristina y Borja, la pareja de Jaraíz de la Vera agraciada con el Gordo
Cristina y Borja, la pareja de Jaraíz de la Vera agraciada con el Gordo

Y un 'pellizco' aún más grande se ha traído desde el mismo lugar los dueños de la 'Librería Ibérica': May e Ismael compraron ocho décimos: uno para la madre de May, dos para un amigo de Ismael y cinco para la Peña de Lotería que forman 15 amigos de barrio de San Roque. 3.200.000 euros en premios que ella tiene claro de dónde vienen. Su hermana falleció recientemente, era una miembro más de la Peña, y está convencida de que ha intercedido para que la felicidad llegue a su casa y a la de sus amigos en forma de lluvia de dinero

 

Y la ruta de la suerte y la felicidad acaba en Montehermoso. Allí vive Fabri, dueño de una empresa encargada de organizar y gestionar eventos. Otro sector herido casi de muerte por el COVID-19. Tanto, que recuerda las estrecheces aún con la euforia de ser millonario: "El año ha sido malo no, peor. Hemos trabajado menos de un cuarto de lo habitual". Por eso, nos pide que incluyamos en esta crónica agradecimiento muy sentidos; para Jaime Reyes, para Eduardo, para Abraham y para la artista Pilar Boyero, "los que me ayudaron al menos a salvar el año".

Fabri siempre va a Punta Umbría, siempre se aloja en el mismo hotel y siempre compra diez décimos en la misma Administración. Cinco se lo quedó él para repartirlo entre toda su familia y otros cinco para uno de sus amigos, que hizo lo mismo. Y fue el marido de su hija el que le dio la buena nueva entre sollozos y con más sorpresa de lo habitual: "Al principio pensé que era un accidente -nos confiesa Fabri- porque hace 15 días que mi padre falleció. Y me temí otro accidente más justo antes de las fiestas".

Pero la suerte, esta vez, no le dio la espalda: era el Gordo de la Lotería, que llamaba a su puerta con 4 millones de euros bajo el brazo. Para salvar a su empresa en crisis, para darse más de un capricho, para hacer feliz a sus seres queridos y para cumplir una promesa que hizo al comprar el décimo: "Si me toca -le dijo a la lotera-, vengo a verte para celebrarlo".