La tromba de agua de la noche del 5 al 6 de noviembre de 1997 se llevó por delante 25 vidas en Extremadura. Entre ellas, la de una mujer, Antonia, de 73 años que nunca apareció. La riada entró por puertas y ventanas en muchas viviendas. Más de 1.200 familias se quedaron sin hogar.
Hoy, en la zona se respira tranquilidad. El cauce de los arroyos Rivillas y Calamón tiene, apenas, un hilo de agua. Las casas en ruinas han sido sustituidas por zonas ajardinadas. Pero hace 25 años, la madrugada del 5 al 6 de noviembre, en este mismo lugar reinaba el caos. Una tromba de agua de más de 120 litros por metro cuadrado desató la tragedia. En pocas horas cayó más del 200-250% de la precipitación normal en el mes de noviembre en toda Extremadura.
A partir de la medianoche, los cauces del Rivillas y Calamón crecieron de manera descontrolada por culpa del agua caída. El momento más crítico fue a las 2:30 de la madrugada. Entonces, una balsa de agua golpeó Badajoz y los dos arroyos se desbordaron. La fuerza del agua arrasó con todo lo que encontraba a su paso, puentes, parques, coches, viviendas y, lo más cruel, vidas humanas.
Algunos vecinos de Cerro de Reyes veían imposible que el agua entrara en sus viviendas y se fueron a dormir. A otros les pilló despiertos al quedarse viendo el partido que el Real Madrid jugó en la Champions.
A la mañana siguiente comenzó la tarea más triste, la búsqueda de víctimas mortales. En total fueron 22 las personas que murieron ahogadas. Se declararon tres días de luto oficial y se celebró un funeral de estado en la Granadilla al que asistió Felipe VI, por aquel entonces Príncipe de Asturias
En cuanto al balance de daños, 1.200 familias perdieron sus casas. En algo más de dos años entre la Junta de Extremadura y el Gobierno central construyeron 1.245 viviendas. También se desbordó la solidaridad: en un mes se recaudaron más de 1.200 millones de pesetas en donativos (7 millones de euros). Los daños superaron los 20.000 millones de pesetas (120 millones de euros).