Iluminar no es solo encender focos. En el teatro, la luz también narra, emociona… y guía la mirada del público.
En el Festival Internacional de Teatro Clásico de Mérida, esa misión recae estos días sobre un emeritense que ha logrado conquistar con luz un escenario milenario. Se trata de David Picazo, diseñador de iluminación de Las Troyanas, una de las producciones de esta edición.
El Teatro Romano es un espacio muy amplio y el espectador tiene muchos lugares hacia dónde dirigir la mirada. Pero es la luz la que guía, la que te dice quién lleva el foco de la historia.
“La luz te está diciendo dónde mirar: ‘mira por aquí, que es donde está la acción’. Además, ayuda a potenciar los aspectos más dramáticos y emocionales de la escena”, explica Picazo.
Su trabajo va mucho más allá de lo técnico. Es un puente entre el texto y la emoción. En Las Troyanas, la tragedia clásica de Eurípides, cada sombra, cada destello, refuerza el dolor, la rabia y la dignidad de los personajes.
Pero iluminar Mérida tiene un componente adicional: el peso de la historia. El escenario, con más de dos mil años, también actúa, también cuenta.
"Para hacer aquí diseños de iluminación no puedo evitar que el monumento, el teatro romano, sea un personaje más en la historia" señala el diseñador.
Un sueño cumplido
Nacido en Mérida, David Picazo ha tardado más de dos décadas en poder pisar profesionalmente las tablas del teatro de su ciudad natal. Durante años, trabajó en escenarios de toda España, esperando la oportunidad de formar parte del festival de su infancia.
“Me sentía un poco celoso, incluso enfadado con la profesión. Decía: ‘¿Qué tengo que hacer para trabajar en Mérida?’ Llevaba 25 años en esto, y solo en los últimos tres he podido venir. Lo vivo como un triunfo”.

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