El consejo de ministros ha aprobado que las personas sin hogar y los temporeros también puedan acceder a cobrar el Ingreso Mínimo. Una ayuda vital para muchos extremeños que viven en el umbral de la pobreza.
Rufina tiene 58 años, es madre de tres hijos y hace dos meses y medio fue desahuciada. Desde entonces vive en el Centro Hermano de Badajoz. Para ella, ser incluida en la prestación del Ingreso Mínimo Vital supondría la garantía de unos ingresos mínimos que ahora no tiene: "Que menos que tener una posibilidad y no tener que salir a la calle para buscarnos la vida y tener que ir de puerta en puerta para que nos den de comer", nos confiesa Rufina.
"Que menos que tener una posibilidad y no tener que salir a la calle para buscarnos la vida y tener que ir de puerta en puerta para que nos den de comer"
Del mismo centro que Rufina es usuario Blas Gómez. Su situación también es complicada. Tiene 50 años. Hasta hace 3 meses dormía en la calle. Para él, supondría una nueva vida: "Sería una ayuda grandísima porque tengo que empezar a salir fuera y fuera se sabe que necesitas unos gastos mínimos para lo más esencial".
El beneficiario individual del ingreso mínimo vital percibe 469,93 euros mensuales, cantidad que varía según la situación. Sin embargo, la nueva prestación choca frontalmente contra un gran freno: el colapso de la administración para resolver las ayudas. Según el propio ministerio de Igualdad, el IMV tan sólo ha llegado a 160.000 de esos 850.000 hogares inicialmente previstos, apenas el 18%. Además, organizaciones encargadas de ayudar a los solicitantes a tramitar la prestación denuncian que dos de cada tres solicitudes están siendo rechazadas.
Por ello, la nueva flexibilización en los requisitos pretende que se reduzca esa cifra e incluir nuevos colectivos beneficiarios.Los colectivos sociales reciben la noticia de forma muy positiva: "Esta noticia hora es muy positiva porque nos dejan que las personas que están empadronadas en el 'Centro Vida' no se considere unidad familiar y por tanto puedan solicitarlo, incluso las personas que vivan en pisos de vida autónoma tampoco se consideren unidad familiar sino que sean independientes cada uno de ellos", nos explica Isabel María Narciso, trabajadora social que trabaja con personas sin hogar en Cáceres.
Serán los servicios sociales quienes realicen un seguimiento a las familias: "La ayuda va a hacer que ese dinero para ellos sea una forma de volver a empezar y quizás de retomar una vida autónoma que ahora mismo no la tienen"
Una ayuda que, esperan, sirva para reducir la pobreza.
