5 Febrero 2022, 13:35
Actualizado 5 Febrero 2022, 13:35

Las piscinas naturales son un alivio en zonas donde no hay playa pero su uso continuado puede afectar muy negativamente al ecosistema en el que están integradas y por ello requieren, según los especialistas consultados por Efe, una evaluación de impacto ambiental "caso por caso".

Así lo defiende por ejemplo el doctor en Ciencias Ambientales Jesús Díaz Sanz, quien afirma que "por mucho que lleven el adjetivo de 'natural', su uso produce una huella en el medioambiente" en forma de residuos alimenticios que favorecen una proliferación de la bacteria E. coli o explosiones algales que pueden generar productos tóxicos o gases nocivos.

La afluencia excesiva de bañistas también genera "una compactación y erosión del terreno", perjudica la biodiversidad "por el uso de cremas solares" y espanta a las especies propias del hábitat, a todo lo cual hay que sumar "la fragmentación de la conectividad longitudinal" cuando se construyen pequeños muros o presas con gravas, ya que "puede afectar a la hidromorfología y, por tanto, a la circulación de sedimentos".

Los expertos distinguen dos tipos de piscinas naturales: por un lado, pozas o lagunas de los sistemas fluviales y marítimos como Los Pilones en el cacereño Valle del Jerte, las de Navaluenga en Ávila o las tinerfeñas de Bajamar y Punta del Hidalgo y, por otro lado, las piscinas convencionales que toman agua o sedimentos del sistema o bien utilizan un filtro verde para depurarse como Las Berceas en la localidad madrileña de Cercedilla o, fuera de España, las de Glatten (Alemania) o el londinense barrio de King´s Cross (Reino Unido)

Díaz Sanz considera el baño en estos lugares "lícito, especialmente en el clima mediterráneo" pero pide estudiar "caso por caso para dañar lo menos posible el ecosistema".

Caso concreto de piscinas extremeñas



Un caso concreto es el de la legalización de las piscinas naturales extremeñas de Cabezuela del Valle, Casares de las Hurdes, Valdastillas, Nuñomoral, Robledillo de Gata, El Torno y El Ladrillar.

La Asociación para el Estudio y Mejora de los Salmónidos-Ríos con vida ha presentado siete alegaciones contra esta medida a la Confederación Hidrográfica del Tajo (CHT) porque, según explica su secretario general, César Rodríguez Ruiz, "no se ha hecho una evaluación del impacto ambiental ni se ha dado una autorización, ni tampoco se han aplicado medidas correctoras" para proteger esta área.

Rodríguez ha apuntado además a Efe que algunas de las actuaciones son "demasiado agresivas" para el entorno.

En ese sentido, el profesor de Derecho Pedro Brufao Curiel, responsable del área jurídica de esta organización conservacionista, ha denunciado que estas piscinas naturales ubicadas en el norte de Cáceres "ni son piscinas, porque el propio Real Decreto que las regula no las considera así, ni son naturales, sino obras hidráulicas con todas las de la ley" ya que fueron construidas directamente con una barrera en el río.

De hecho, "muchas de ellas no están recogidas como zona de baño" por el Servicio Extremeño de Salud y algunas "se están implantando en hábitats prioritarios donde hay especies en peligro de extinción" como la colmilleja del Alagón -un pez endémico de los ríos Alagón y Águeda- o el desmán ibérico o almizclera.

Ante las quejas presentadas por esta asociación ecologista, la CHT "ha empezado a examinar la situación administrativa de estas piscinas" y en algunas como la de El Ladrillar se ha procedido a aplicar una sanción, mientras que en otras se han impuesto mejoras en la construcción del azud o la eliminación del cemento del lecho.

La propia Confederación refleja en su Estudio Ambiental Estratégico de 2022 a 2027 que los impactos "más significativos" en la cuenca del Tajo se deben a la contaminación por nutrientes y a las alteraciones hidromorfológicas, incluida la conectividad.