Los árboles son unos fantásticos archivos climáticos. Sus anillos son como las páginas de un libro donde está escrito el tiempo que hubo el año en que fueron redactadas. Los dendroclimatólogos, los especialistas en leer esas líneas, con capaces de describir con precisión la evolución atmosférica en décadas e incluso siglos pasados, dependiendo de la edad del leño.
Las plantas leñosas crecen a partir del cambium vascular, una capa de células madre cercanas al borde y que están en continua reproducción, formando el tallo y que está entre dos capas: la xilema en la parte interna que luego formará la madera y el floema, en el exterior que originará la corteza. Los árboles experimentan un crecimiento desde inicios de primavera hasta mediados del otoño.
Sin embargo, se sabe desde hace tiempo que en épocas frías y secas los árboles crecen con mayor dificultad. Basándose en esto y tomando muestras de pinos y de enebros, ambos leñosos, un equipo de científicos de la universidad polaca Adam Mickiewicz ha descubierto que el proceso de formación de la madera (técnicamente lignificación) también se ve alterado.
Al ver estas células al microscopio, y previa tinción con productos determinados, se ha comprobado que forman unos anillos azules fácilmente reconocibles y que están estrechamente vinculados con veranos fríos a causa de erupciones volcánicas, como las de 1902 y de 1877 producidas por el Monte Pelée en la isla de Martinica y por el Cotopaxi en Ecuador. El trabajo completo lo puedes leer aquí https://www.frontiersin.org/journals/plant-science/articles/10.3389/fpls.2024.1487099/full .
Sobre este tema hablamos con Ernesto Montoya, conocido en redes sociales como Vieja Tierra donde divulga sobre temas de Patrimonio Histórico y Natural, además Biología. Esta entrevista se emitió el pasado viernes, 3 de octubre de 2025 en “El Sol sale por el oeste”. Pincha en la imagen y escúchala.