Las nubes siguen encerrando una de las joyas más preciadas para entender el clima mundial. Sin embargo, modelizarlas no resulta nada sencillo. Por un lado, las nubes bajas están formadas por minúsculas gotas de agua; las altas, por cristales de hielo; y las medias, una mezcla no fija de las dos. Las primeras dejan lluvia; las segundas, no; y las terceras... depende.
Además, la génesis de las nubes es distinta según la zona del planeta donde se forme. No es lo mismo las que aparecen con las borrascas que nos llegan a nosotros desde el Atlántico, que las que se forman en las inmediaciones del Ecuador y de los Trópicos, formando huracanes y tifones, aunque aparentemente sean simples nubes.
A todo esto, hay que tener en cuenta que cuando se condensa el vapor de agua se libera energía, pero se absorbe cuando se evapora... y no está en un balance equilibrado como las gallinas que entran por las que salen. La parte blanca de la nube refleja radiación solar, enfriándola; en cambio, si está muy oscura, la absorbe... Y tampoco es fácil de evaluar, ya que reflejan más las nubes altas que las bajas. En fin, una madeja de flujos energéticos en forma de calor de difícil solución.
Hace unas semanas un equipo de científicos de Hong Kong ha estudiado lo que pasa dentro de ellas, con importantes resultados como, por ejemplo, que esa energía puede amplificar los efectos del cambio climático en más de un 70% en zonas del Ecuador. Su trabajo lo puedes leer aquí https://www.nature.com/articles/s41467-024-53985-w Para hablar sobre este tema, hablamos con nuestro experto en nubes, Javier Martínez de Orueta. Esta entrevista se emitió el pasado miércoles, 7 de mayo de 2025. Pincha en la imagen y escúchala.
