13 Marzo 2021, 19:29
Actualizado 14 Marzo 2021, 10:39

Juntos en la adversidad 

Era el pico de la primera ola. Apenas dos semanas después de declararse del estado de alarma, sin medios de protección y ante un virus desconocido y letal, tomaron la decisión más difícil y generosa. Los trabajadores de la residencia Servimayor de Losar de la Vera decidieron encerrarse junto a sus usuarios para formar el primer grupo burbuja de solidaridad y cariño de la región.  

Renunciaban a su vida personal, pero protegían a la vez a su familia y a los mayores que cuidaban diariamente de la fiereza de un covid desatado.

¿Por qué crees que lo hacen?, preguntaron a uno de los residentes a finales del pasado mes de marzo. La respuesta fue rápida y sencilla: "Porque nos quieren". 

¿Por qué crees que lo hacen?, preguntaron a los residentes. La respuesta fue rápida y sencilla: "Porque nos quieren"

Y así, con mucha entrega y mucho amor, pasaron los días jugando al bingo, comiendo juntos, haciendo manualidades y charlando de todo un poco. De lo que estaba pasando entonces y de lo que habían pasado durante décadas. Una ola de solidaridad que brotó en Losar de la Vera pero también en Zarza la Mayor, Ceclavín o, meses después, en Ahillones

Hoy, las vacunas han conseguido que las residencias estén libres de COVID. Atrás queda un año de pandemia que, según datos oficiales, provocó más de 5.000 contagios y se cobró la vida de más de 700 mayores en Extremadura, pero que también nos dejó la impronta de la solidaridad y la ternura de dos generaciones unidas en la adversidad.

 

Ana y José, supervivientes tras el abismo

"Me veo en la tele cuando salí de los cuidados intensivos y era un medio cadáver". José lo recuerda entre el alivio y la incredulidad, y no es para menos. Vecino de Badajoz, José Jiménez ingresó en el hospital el 27 de marzo, en pleno pico de la primera ola de coronavirus. Y allí, en el Universitario de Badajoz, pasó 73 días, 45 de ellos en la UCI. El virus le provocó una neumonía bilateral de la que salió tras tres extubaciones.

Reconoce que se vio "en el umbral de la muerte" y el día que recibió el alta, consciente de que las consecuencias aún iban a permanecer bastante tiempo más, miró a su familia y les imploró: "Voy a necesitar mucha ayuda vuestra". Y esa ayuda de su mujer y sus cuatro hijas es la que le ha permitido salir adelante y advertir a todo el que se encuentra que "el bicho sigue existiendo y no podemos descuidarnos". Con su mascarilla siempre consigo, previene a los demás para que no vivan lo que él vivió.

José pasó 73 días hospitalizados, 45 de ellos en la UCI. La neumonía causada por el COVID castigó a Ana con cuatro meses en cuidados intensivos

Cinco días después de José ingresó en la UCI Ana, vecina de Los Santos de Maimona. Y estuvo allí nada más y nada menos que cuatro largos y difíciles meses. Una estancia hospitalaria marcada no sólo por el covid, sino por sus consecuencias en forma de neumonía. La calurosa ovación que le brindaron los sanitarios que llevaban acompañándola durante todo ese tiempo quedará para siempre en su memoria.

 

Cuando el alta médica no es el final

José y Ana saben bien que, en muchos casos, ni la PCR negativa ni el alta médica suponen la curación definitiva del coronavirus y sus consecuencias. Sanidad estima que en casi un tercio de los contagiados las secuelas continúan tras superar la enfermedad: es el conocido como "covid persistente"

Afecta especialmente a mujeres de mediana edad con síntomas como fatiga, dolor muscular y asfixia que se prolongan durante más allá de los tres meses. Nos lo contaron en la Asociación Covid Persistente España, de la que forman parte cientos de pacientes como la montijana María Macarro.

Sanidad estima que en casi un tercio de los contagiados las secuelas continúan tras superar la enfermedad

Un perfil que cumple Eva Arias, vecina de Usagre. Cinco meses después de pasar la enfermedad aún arrastra un cansancio que en ocasiones le impide incluso mantenerse en pie. “A mí me ha parado la vida completamente, yo llevo ya cuatro meses de baja”, reconocía a Extremadura Noticias.

Pero los síntomas son muchos más, muy diversos y diferentes según los pacientes, que muchas veces se sienten incomprendidos por buena parte de la sociedad.

Lola Martínez, en el mismo municipio pacense, confiesa que los temblores y el dolor en las articulaciones le han impedido volver a trabajar: "El día a día es desesperante, y no le ves fin".

 

Soldados caídos en batalla

Será uno de los primeros recuerdos que nos vengan a la memoria cuando, pasados los años, recordemos cómo comenzó este año de pandemia. Reviviremos como, a las 20:00 en punto de la tarde, salíamos al balcón para prestar homenaje a nuestros sanitarios. Los que sin mascarillas, sin máscaras de protección y hasta sin batas se jugaron sus vidas para salvar la vida de los demás.

El 12 de mayo fallecía el primer sanitario en la región. Sebastián Traba había ingresado en la UCI el 24 de marzo y su vida se agotó siete semanas después. Tenía 65 años y era un respetado y querido médico de atención primaria en el centro de salud 'San Antonio', más conocido como 'Nuevo Cáceres'. El facultativo se contagió cuando pasaba consulta. "Nadie dio un paso para atrás, a pesar de que se veían las caras de miedo y angustia", recordaba su coordinador cuando pasó lo peor de la primera ola.

Después, el COVID también se cobraría la vida de un estomatólogo del Colegio de Médicos de Badajoz, de la pediatra Magdalena González, que ayudó a venir al mundo a muchos cacereños durante más de 40 años de profesión, y de María Isabel Bueno, directora médica del Área de Salud de Plasencia infectada por coronavirus estando en primera línea de atención a los pacientes.

La mayoría de sanitarios fallecidos en la región se contagiaron mientras trabajaban. Hoy dan nombre a parques, residencias o centros de salud.

El centro de salud donde trabajaba Sebastián lleva ahora su nombre; Magdalena pondrá el suyo un parque infantil; y Maribel pervivirá en la memoria dando nombre a nueva residencia de mayores.

Formas de que la gratitud de la sociedad extremeña permanezca durante décadas. Qué menos para quienes nos dieron tanto.

 

Una máquina de coser para combatir al virus

Precisamente la desprotección de los sanitarios durante las primeras semanas de la pandemia fue una de las situaciones que generó más empatía y solidaridad entre los ciudadanos. A los gestos simbólicos, como los aplausos en los balcones, se le unió después un proyecto colaborativo que les permitió reducir su exposición al virus. Las iniciativas particulares para fabricar batas y mascarillas caseras se unificaron en 805 voluntarias (y un voluntario) a lo largo y ancho de 18 municipios de la región.

Con la ayuda logística de la Junta y de empresas de la región, el 'Operativo Alpha' consiguió fabricar 11.550 batas en 39 de los días más duros de su pandemia. "Todas hemos colaborado muy bien y estamos muy satisfechas", nos confesaba Antonia, desde Castuera.

"Todas hemos colaborado muy bien y estamos muy satisfechas"

Desde Arroyo fueron 130 las colaboradoras, que formaban parte de la plataforma 'Fuerza Arroyo' que surgió tras los primeros días críticos en la población cacereña. 

Dos gotas de agua en un mar de solidaridad que mereció el mayor reconocimiento de la región, la Medalla de Extremadura.

 

Rosario, la influencer del "Acho, póntela"

El Rubius, TheGrefg, Ibai Llanos, AuronPlay, ... Son youtubers, influencers cuyos mensajes llegan cada día a millones de personas por nuevos canales de comunicación. Fernando Simón les pidió colaboración para controlar la epidemia, y en Extremadura alguien escuchó su reclamo y acudió presta a su misión de servicio público: La Rosario

Nuestra entrañable influencer de San Vicente de Alcántara es ya una celebridad en toda la región. A sus casi 90 años, de la mano de su nieto, Rosario te analiza igual los últimos cotilleos de la prensa rosa que te prepara unas migas deliciosas o pone en cintura a los faltones que quieren hacerse famoso ridiculizando a regiones como Extremadura.

Y al escuchar la llamada de Simón, se puso manos a la obra para buscar el mensaje capaz convencer al más obstinado negacionista. Primero dejó claro que el acho es patria común e indivisble de los extremeños, y después lo usó para lanzar el slogan definitivo para que todos nos protejamos con la mascarilla: ¡Acho, póntela! 

Después de escucharla, ¿quién puede negarse? Y si tienes dudas, ella te lo explica.

 

Seis de tantas

Con el humor de Rosario acabamos este repaso por seis historias inolvidables de un año para olvidar. Es solo una selección de los momentos entrañables, solidarios y emotivos que nos ha dejado 365 días de pandemia. Pero podríamos seguir y nos costaría encontrar el fin: los hosteleros que cocinaron para los más necesitados, los animadores que, sin trabajo fuera, nos hicieron bailar desde nuestros balcones, el tenor extremeño que emocionó a los parisinos, ... Y así, con un largo y conmovedor etcétera.